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Los cazadores y expertos de conservación advierten que el gato comunitario está amenazando a especies protegidas en España. La Ley 7/2023, que regula el bienestar animal, ha generado una polémica en el mundo rural debido a la protección legal que se otorga a los gatos asilvestrados.
La normativa actual impide cualquier intervención sobre estos animales, incluso cuando representan una amenaza directa para la biodiversidad. "Se están destinando recursos importantes para conservar especies como el urogallo o la cerceta pardilla, mientras que no se está abordando una amenaza directa y conocida como la de los gatos asilvestrados", denunció Carlos Lázaro, investigador del estudio sobre el impacto de estos felinos en la fauna silvestre.
El artículo 14 del borrador establece que la presencia de gatos en espacios naturales o su falta de socialización no podrá ser motivo para su sacrificio o control poblacional. Esto significa que las autoridades no podrán actuar, salvo que los animales estén enfermos o representen un riesgo evidente para la salud pública.
Numerosos estudios científicos confirman que los gatos cimarrones y comunitarios tienen un impacto directo sobre la fauna silvestre. Entre ellos, se registraron gatos en hábitats del lince ibérico, el gato montés y otras especies protegidas. Además de la competencia por recursos, estos animales pueden actuar como vectores de enfermedades que amenazan a la fauna autóctona.
El problema no es exclusivo de España. A nivel internacional, el gato doméstico es responsable del 14% de las extinciones documentadas de pequeños mamíferos, aves y reptiles. Su presencia sin control en entornos naturales representa una de las principales amenazas para la biodiversidad.
Los gatos asilvestrados no dependen de las presas silvestres para alimentarse, ya que suelen recibir comida en colonias gestionadas. Sin embargo, su instinto depredador se mantiene intacto. Esto los convierte en una amenaza constante, aunque invisible, para numerosas especies.
La presión predatoria que ejercen no siempre se traduce en extinciones inmediatas, pero genera un estrés continuo sobre las poblaciones silvestres.
La normativa actual impide cualquier intervención sobre estos animales, incluso cuando representan una amenaza directa para la biodiversidad. "Se están destinando recursos importantes para conservar especies como el urogallo o la cerceta pardilla, mientras que no se está abordando una amenaza directa y conocida como la de los gatos asilvestrados", denunció Carlos Lázaro, investigador del estudio sobre el impacto de estos felinos en la fauna silvestre.
El artículo 14 del borrador establece que la presencia de gatos en espacios naturales o su falta de socialización no podrá ser motivo para su sacrificio o control poblacional. Esto significa que las autoridades no podrán actuar, salvo que los animales estén enfermos o representen un riesgo evidente para la salud pública.
Numerosos estudios científicos confirman que los gatos cimarrones y comunitarios tienen un impacto directo sobre la fauna silvestre. Entre ellos, se registraron gatos en hábitats del lince ibérico, el gato montés y otras especies protegidas. Además de la competencia por recursos, estos animales pueden actuar como vectores de enfermedades que amenazan a la fauna autóctona.
El problema no es exclusivo de España. A nivel internacional, el gato doméstico es responsable del 14% de las extinciones documentadas de pequeños mamíferos, aves y reptiles. Su presencia sin control en entornos naturales representa una de las principales amenazas para la biodiversidad.
Los gatos asilvestrados no dependen de las presas silvestres para alimentarse, ya que suelen recibir comida en colonias gestionadas. Sin embargo, su instinto depredador se mantiene intacto. Esto los convierte en una amenaza constante, aunque invisible, para numerosas especies.
La presión predatoria que ejercen no siempre se traduce en extinciones inmediatas, pero genera un estrés continuo sobre las poblaciones silvestres.