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Los arqueólogos han encontrado un nuevo patrón en las representaciones de la diosa Nut en el Antiguo Egipto. Según el estudio publicado en el Journal of Astronomical History and Heritage, estas imágenes no son solo decoraciones estéticas, sino que reflejan una comprensión profunda del cosmos.
La investigación, liderada por el astrónomo Or Graur, ha analizado 125 representaciones de Nut y encontró un patrón visual inesperado: muchos de ellos contenían elementos específicos de la Vía Láctea y, más concretamente, de la Gran Grieta. Esta zona oscura y formada con polvo interestelar es visible a simple vista como una franja que parece dividir la Vía Láctea.
Una de las pruebas más claras está en el ataúd exterior de Nesitaudjatakhet, una sacerdotisa de la época. En el sarcófago Nut aparece recostada, con el cuerpo cubierto por estrellas y una línea ondulada muy oscura que le atraviesa el cuerpo. Graur ha interpretado esta línea como una recreación antigua de la Gran Grieta, y ha identificado curvas similares en la representación de la diosa Nut en otros sarcófagos.
El descubrimiento sugiere que los egipcios tenían una comprensión profunda del cosmos y que su conexión con la Vía Láctea va más allá de una mera decoración estética. La investigación ha demostrado que la astrofísica forma parte de la ecuación, ya que ha aportado una evidencia empírica basada en patrones astronómicos reales.
La importancia de este descubrimiento radica en el hecho de que muestra cómo los conocimientos astronómicos se integran en la cultura egipcia. La diosa Nut no era solo una deidad, sino que ayudaba a representar los conocimientos astronómicos que poseían. Este hallazgo abre un nuevo capítulo en la comprensión del legado estelar del Antiguo Egipto y su conexión con el universo que nos rodea.
En este sentido, se puede afirmar que el estudio de Graur ha sido una pionera en la exploración de la relación entre la astrofísica y la cultura antigua. Los hallazgos sugieren que la comprensión del cosmos es un aspecto fundamental de la humanidad y que los antiguos civilizaciones tenían una visión profunda y compleja del universo que nos rodea.
La investigación, liderada por el astrónomo Or Graur, ha analizado 125 representaciones de Nut y encontró un patrón visual inesperado: muchos de ellos contenían elementos específicos de la Vía Láctea y, más concretamente, de la Gran Grieta. Esta zona oscura y formada con polvo interestelar es visible a simple vista como una franja que parece dividir la Vía Láctea.
Una de las pruebas más claras está en el ataúd exterior de Nesitaudjatakhet, una sacerdotisa de la época. En el sarcófago Nut aparece recostada, con el cuerpo cubierto por estrellas y una línea ondulada muy oscura que le atraviesa el cuerpo. Graur ha interpretado esta línea como una recreación antigua de la Gran Grieta, y ha identificado curvas similares en la representación de la diosa Nut en otros sarcófagos.
El descubrimiento sugiere que los egipcios tenían una comprensión profunda del cosmos y que su conexión con la Vía Láctea va más allá de una mera decoración estética. La investigación ha demostrado que la astrofísica forma parte de la ecuación, ya que ha aportado una evidencia empírica basada en patrones astronómicos reales.
La importancia de este descubrimiento radica en el hecho de que muestra cómo los conocimientos astronómicos se integran en la cultura egipcia. La diosa Nut no era solo una deidad, sino que ayudaba a representar los conocimientos astronómicos que poseían. Este hallazgo abre un nuevo capítulo en la comprensión del legado estelar del Antiguo Egipto y su conexión con el universo que nos rodea.
En este sentido, se puede afirmar que el estudio de Graur ha sido una pionera en la exploración de la relación entre la astrofísica y la cultura antigua. Los hallazgos sugieren que la comprensión del cosmos es un aspecto fundamental de la humanidad y que los antiguos civilizaciones tenían una visión profunda y compleja del universo que nos rodea.