CharlaDelContinenteX
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La sorpresa positiva de la economía española se revela como una "doble cara". Por un lado, el Fondo Monetario Internacional (FMI) advierte que España crecerá este año con un 2,9%, una cifra récord. La zona euro y el Banco Central Europeo coinciden en este diagnóstico, lo que sugiere que la economía española está "capeando" a las dificultades globales.
Sin embargo, la creación de empleo también ha avanzado, llegando a un récord histórico con más de 500.000 ocupados adicionales en el último año. La tasa de paro, aunque cerca del 10,3%, no impide una expansión sólida que está absorbiendo bien el aumento de la inmigración y el turismo.
La realidad es otra cosa. El sentimiento del español común roza el pesimismo cuando se le pregunta sobre su situación económica. La encuesta Termómetro 5D revela un desaliento ciudadano que explota en el coste de la vivienda, el alquiler y los salarios (en el mejor de los casos, estancados).
El sobreesfuerzo financiero se traslada a la calidad de vida. Un 26% de los españoles vive bajo el umbral de la pobreza y un 8% en condiciones severas. Los jóvenes y las mujeres con hijos son los mayores damnificados por esta situación.
La fortaleza económica existe, pero no cala en la vida diaria. El escudo social diseñado por el Gobierno ha contribuido a que la precariedad no se escape como sucedió tras la crisis financiera, pero está lejos de reducirla. La responsabilidad en la búsqueda de soluciones para problemas acuciantes como el de la vivienda se reparte entre el Gobierno central, las comunidades autónomas y los ayuntamientos.
La desafección ciudadana es inevitable si no se abordan los problemas sociales con urgencia. El crecimiento económico puede ayudar a aliviar algunas dificultades, pero no consuela a quien ayuda pero no cambia nada.
Sin embargo, la creación de empleo también ha avanzado, llegando a un récord histórico con más de 500.000 ocupados adicionales en el último año. La tasa de paro, aunque cerca del 10,3%, no impide una expansión sólida que está absorbiendo bien el aumento de la inmigración y el turismo.
La realidad es otra cosa. El sentimiento del español común roza el pesimismo cuando se le pregunta sobre su situación económica. La encuesta Termómetro 5D revela un desaliento ciudadano que explota en el coste de la vivienda, el alquiler y los salarios (en el mejor de los casos, estancados).
El sobreesfuerzo financiero se traslada a la calidad de vida. Un 26% de los españoles vive bajo el umbral de la pobreza y un 8% en condiciones severas. Los jóvenes y las mujeres con hijos son los mayores damnificados por esta situación.
La fortaleza económica existe, pero no cala en la vida diaria. El escudo social diseñado por el Gobierno ha contribuido a que la precariedad no se escape como sucedió tras la crisis financiera, pero está lejos de reducirla. La responsabilidad en la búsqueda de soluciones para problemas acuciantes como el de la vivienda se reparte entre el Gobierno central, las comunidades autónomas y los ayuntamientos.
La desafección ciudadana es inevitable si no se abordan los problemas sociales con urgencia. El crecimiento económico puede ayudar a aliviar algunas dificultades, pero no consuela a quien ayuda pero no cambia nada.