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"La crisis del pacto"
En un giro inesperado, el expresidente catalán Carles Puigdemont ha roto con el PSOE y su aliada, la Unión del Pueblo Navarro. En una declaración calculada, Puigdemont ha afirmado que aunque podrá ocupar escaños en el Congreso de los Diputados, no podrá gobernar.
La decisión se debe a la negativa del PSOE y la UPN a cumplir con algunos de los pactos acordados durante las elecciones. Entre ellos, se encuentran la amnistía para los presos políticos catalanes, el traspaso de inmigración y el reconocimiento del catalán como lengua oficial en la Unión Europea.
La ruptura con el PSOE es un golpe para el partido, que había contado con la alianza de Puigdemont para mantener su posición política. Ahora, el futuro de la legislatura española se jugará en la contienda de narrativas, más que en los escaños o en el BOE.
La crisis del pacto también tiene implicaciones para el separatismo catalán. Los independentistas reivindicaban no ser convidados a una mesa de diálogo, pero ahora se ven obligados a participar en ella. El separatismo apresa un argumento para denunciar la falta de avances y refuerza su papel como guardián de las esencias.
En el fondo, late un problema más profundo: la política española acostumbrada a firmar pactos que luego no sabe consumar. Lo que se gana en titulares se pierde en credibilidad. Y cada incumplimiento alimenta el círculo vicioso de la desconfianza, la teatralización y la ruptura.
¿Y ahora qué? La consulta a la militancia del PSOE probablemente confirmará la decisión de Puigdemont. El futuro inmediato de la legislatura se jugará en la contienda de narrativas, más que en los escaños o en el BOE.
En un giro inesperado, el expresidente catalán Carles Puigdemont ha roto con el PSOE y su aliada, la Unión del Pueblo Navarro. En una declaración calculada, Puigdemont ha afirmado que aunque podrá ocupar escaños en el Congreso de los Diputados, no podrá gobernar.
La decisión se debe a la negativa del PSOE y la UPN a cumplir con algunos de los pactos acordados durante las elecciones. Entre ellos, se encuentran la amnistía para los presos políticos catalanes, el traspaso de inmigración y el reconocimiento del catalán como lengua oficial en la Unión Europea.
La ruptura con el PSOE es un golpe para el partido, que había contado con la alianza de Puigdemont para mantener su posición política. Ahora, el futuro de la legislatura española se jugará en la contienda de narrativas, más que en los escaños o en el BOE.
La crisis del pacto también tiene implicaciones para el separatismo catalán. Los independentistas reivindicaban no ser convidados a una mesa de diálogo, pero ahora se ven obligados a participar en ella. El separatismo apresa un argumento para denunciar la falta de avances y refuerza su papel como guardián de las esencias.
En el fondo, late un problema más profundo: la política española acostumbrada a firmar pactos que luego no sabe consumar. Lo que se gana en titulares se pierde en credibilidad. Y cada incumplimiento alimenta el círculo vicioso de la desconfianza, la teatralización y la ruptura.
¿Y ahora qué? La consulta a la militancia del PSOE probablemente confirmará la decisión de Puigdemont. El futuro inmediato de la legislatura se jugará en la contienda de narrativas, más que en los escaños o en el BOE.