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En un servicio de urgencias, cada minuto puede ser decisivo. Los profesionales deben valorar en cuestión de minutos si una persona podría volver a autolesionarse o intentar suicidarse. Sin embargo, la experiencia clínica y las escalas de puntuación no han demostrado tener un poder predictivo muy relevante para predecir el suicidio.
El psiquiatra Philippe Mortier, investigador del Hospital del Mar Research Institute y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP), cree que es necesario desarrollar un sistema que utilice aprendizaje automático para ayudar a los profesionales a detectar mejor el riesgo y tomar decisiones más seguras e informadas. No se trata de sustituir el criterio clínico, sino de entender mejor a cada paciente y sus necesidades en ese momento.
El proyecto PERMANENS busca cambiar esa realidad, desarrollando un modelo que permita estratificar el riesgo según factores como la edad, el género, el diagnóstico o el tratamiento. Sin embargo, Mortier insiste en que predecir el suicidio con precisión absoluta nunca será posible.
El objetivo del proyecto es no ofrecer certezas, sino ayudar a personalizar la prevención y comprender qué factores pueden aumentar el riesgo en cada caso. El peligro es confundir el riesgo predicho con un diagnóstico, ya que el riesgo es dinámico y no permanente.
Mortier también destaca que la tecnología tiene que servir para dar sentido a la vida, no solo para eliminar síntomas. La ciencia puede señalar el estigma, pero romperlo depende de todos nosotros. Reclama más educación emocional en las escuelas y una cultura del cuidado más amplia.
Finalmente, Mortier cree que las personas que piensan en suicidarse no quieren morir, sino dejar de sufrir. Por eso, es fundamental hablar sobre el suicidio sin miedo a ser malinterpretados. La mejor herramienta preventiva sigue siendo la palabra.
El psiquiatra Philippe Mortier, investigador del Hospital del Mar Research Institute y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP), cree que es necesario desarrollar un sistema que utilice aprendizaje automático para ayudar a los profesionales a detectar mejor el riesgo y tomar decisiones más seguras e informadas. No se trata de sustituir el criterio clínico, sino de entender mejor a cada paciente y sus necesidades en ese momento.
El proyecto PERMANENS busca cambiar esa realidad, desarrollando un modelo que permita estratificar el riesgo según factores como la edad, el género, el diagnóstico o el tratamiento. Sin embargo, Mortier insiste en que predecir el suicidio con precisión absoluta nunca será posible.
El objetivo del proyecto es no ofrecer certezas, sino ayudar a personalizar la prevención y comprender qué factores pueden aumentar el riesgo en cada caso. El peligro es confundir el riesgo predicho con un diagnóstico, ya que el riesgo es dinámico y no permanente.
Mortier también destaca que la tecnología tiene que servir para dar sentido a la vida, no solo para eliminar síntomas. La ciencia puede señalar el estigma, pero romperlo depende de todos nosotros. Reclama más educación emocional en las escuelas y una cultura del cuidado más amplia.
Finalmente, Mortier cree que las personas que piensan en suicidarse no quieren morir, sino dejar de sufrir. Por eso, es fundamental hablar sobre el suicidio sin miedo a ser malinterpretados. La mejor herramienta preventiva sigue siendo la palabra.