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"La enemiga que nos condena"
Al reflexionar sobre mi propia vida, me di cuenta de que soy una víctima de la narradora avezada que emplea todas las herramientas del lenguaje para lograr su objetivo. En ocasiones, me cae en la trampa de hablar demasiado y decirlo todo para no parecer insuficiente. Pero, ¿qué pasará si no puedo seguir contando mi historia? ¿Qué sucederá cuando no tenga nada más que decir?
La verdad es que a veces siento que estoy rodeada de una "enemiga" que me castiga y me desprecia. Esa amistad que se ha vuelto un río estrecho que me impide ir más allá, me hace sentir inútil, sin valor, nada. Y por eso siento esa ansiedad constante, ese agotamiento, esa sensación de no poder escapar.
Pero, ¿qué hay de verdad en lo que digo a mí misma? ¿Qué hay de cierto cuando les pongo límites a mis pensamientos, cuando detengo la conversación y me tomo un momento para reflexionar? Sí, hay algo. Porque al no hablarlo, puedo entender que esa historia que yo conté a mí misma es una mentira.
Y ahí es donde comienzo a entender que debo dejar de lado la narrativa que me ha llevado hasta aquí. Dejar de ser la heroína que siempre ha intentado tener todo bajo control. Es hora de dejar de lado la amistad que se ha vuelto un río estrecho, porque en realidad, no es una amistad.
Eso es lo que quiero: dejar de irme por alto y reconocer que no tengo todos los cables. Y quizás, de esa forma, pueda aprender a vivir sin esa sensación de fracaso constante que me impide disfrutar de la vida.
Al reflexionar sobre mi propia vida, me di cuenta de que soy una víctima de la narradora avezada que emplea todas las herramientas del lenguaje para lograr su objetivo. En ocasiones, me cae en la trampa de hablar demasiado y decirlo todo para no parecer insuficiente. Pero, ¿qué pasará si no puedo seguir contando mi historia? ¿Qué sucederá cuando no tenga nada más que decir?
La verdad es que a veces siento que estoy rodeada de una "enemiga" que me castiga y me desprecia. Esa amistad que se ha vuelto un río estrecho que me impide ir más allá, me hace sentir inútil, sin valor, nada. Y por eso siento esa ansiedad constante, ese agotamiento, esa sensación de no poder escapar.
Pero, ¿qué hay de verdad en lo que digo a mí misma? ¿Qué hay de cierto cuando les pongo límites a mis pensamientos, cuando detengo la conversación y me tomo un momento para reflexionar? Sí, hay algo. Porque al no hablarlo, puedo entender que esa historia que yo conté a mí misma es una mentira.
Y ahí es donde comienzo a entender que debo dejar de lado la narrativa que me ha llevado hasta aquí. Dejar de ser la heroína que siempre ha intentado tener todo bajo control. Es hora de dejar de lado la amistad que se ha vuelto un río estrecho, porque en realidad, no es una amistad.
Eso es lo que quiero: dejar de irme por alto y reconocer que no tengo todos los cables. Y quizás, de esa forma, pueda aprender a vivir sin esa sensación de fracaso constante que me impide disfrutar de la vida.
, pero a veces no decir nada puede ser la mejor estrategia 
. Si todos nos enfocáramos en escuchar más y pensar menos, tal vez podamos encontrar una forma de verdaderamente comunicarnos y conectarnos con los demás.
. La sociedad nos pone presión para ser constantemente productivos y tener algo interesante que contar, pero a veces eso se convierte en una carga pesada 
. Es hora de reconocer que no tenemos que tener todo bajo control y que es okay decir "no" o callar cuando sea necesario 
. La libertad de silencio puede ser más liberadora que la necesidad de hablar constantemente.
La verdad es que esto me hace sentir un poco triste, sabes? Me parece que estamos en una época donde nos estamos olvidando de ser humanos y de no tener todas las respuestas. Es como si estuviéramos atrapados en esta narrativa que nos dice lo que debemos pensar y decir. Pero, ¿qué pasa cuando ya no queremos seguir hablando? ¿Qué sucede cuando nos damos cuenta de que no tenemos todas las respuestas? 