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Un jubilado holandés decide que sí, quiere ayudar a sus hijos. A pesar de tener un ingreso de 2.997 euros al mes gracias a una asignación complementaria, Josefina, una jubilada de 70 años, decide utilizar solo 1.000 euros para ayudar a sus cuatro hijos. Según ella, "tengo suficiente" y no quiere que su familia se sienta pobre.
Los motivos de Josefina son claramente expuestos: cuidado infantil, comida, electricidad... todo eso es muy costoso hoy en día. Además, uno de sus hijos vive en el centro de Ámsterdam y paga casi la mitad de su ingreso en costes de vivienda.
Para ella, ayudar a sus hijos no es una cuestión de dinero, sino de amor. "Así tienen que preocuparse menos y me gusta poder devolver algo", dice Josefina sin ambages. Y lo hace sin remordimiento: "No echas de menos el dinero". Ya ha aprendido a manejar bien las finanzas desde joven y siempre ha trabajado duro para acumularlo.
Su sistema sencillo consiste en transferir automáticamente todo su ingreso a una cuenta común. Luego, utiliza lo que le sobra para disfrutar de pequeños detalles: viajes y salir a comer con sus nietos. "Habla con tus hijos sobre dinero, sin vergüenza ni culpa", es el consejo de Josefina. Y añade: "No es una debilidad ofrecer o pedir ayuda".
Los motivos de Josefina son claramente expuestos: cuidado infantil, comida, electricidad... todo eso es muy costoso hoy en día. Además, uno de sus hijos vive en el centro de Ámsterdam y paga casi la mitad de su ingreso en costes de vivienda.
Para ella, ayudar a sus hijos no es una cuestión de dinero, sino de amor. "Así tienen que preocuparse menos y me gusta poder devolver algo", dice Josefina sin ambages. Y lo hace sin remordimiento: "No echas de menos el dinero". Ya ha aprendido a manejar bien las finanzas desde joven y siempre ha trabajado duro para acumularlo.
Su sistema sencillo consiste en transferir automáticamente todo su ingreso a una cuenta común. Luego, utiliza lo que le sobra para disfrutar de pequeños detalles: viajes y salir a comer con sus nietos. "Habla con tus hijos sobre dinero, sin vergüenza ni culpa", es el consejo de Josefina. Y añade: "No es una debilidad ofrecer o pedir ayuda".