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Housseinou Gassama, una figura enigmática en la escena artística barcelonesa. El pintor senegalés se hizo conocido en las calles del barrio de la Ribera gracias a sus tablas coloridas y geométricas que se exponían en una esquina específica. No mucho se sabe de su vida antes de llegar a Barcelona, donde se estableció entre 2008 y 2012.
Sólo sabemos que pintaba obsesivamente casas, muebles y objetos cotidianos durante horas, agachado en la misma esquina. Sus obras eran como una invasión visual, pero también como un llamado a la curiosidad. La gente se detenía para hablar con él o observar sus tablas pintadas, pero apenas podían sonsacarle unos pocos datos sobre su vida anterior.
Su nombre era conocido por algunas personas, aunque muchos de ellos no sabían cómo firmarlo en las obras. Su pasado se quedaba en el olvido, mientras que su arte se convertía en una parte importante de la escena artística barcelonesa. La gente compraba sus tablas y se alejaban con una obra, sin saber nada más sobre el hombre detrás del lienzo.
La arquitecta y urbanista alemana Kathrin Golda-Pongratz fue una de las personas que trabajaron con Gassama durante su tiempo en Barcelona. Le trató asiduamente y le compró varias obras hasta que estableció una colección significativa de sus tablas. Según Golda, “A mí nunca me miraba a los ojos, y eso que nos veíamos casi a diario”, porque Gassama vivía muy cerca de la esquina donde pintaba.
La relación entre Golda y Gassama era limitada, pero siempre basada en la venta de sus tablas. La curadora artística Alicia Chillida también tuvo un trato comercial con el senegalés, aunque admitió que “sólo te hablaba para indicarte el precio de cada tabla”.
Gassama se hizo conocido por su estilo único, que combinaba elementos geométricos y racionalistas. Sus tablas eran como una invasión visual, pero también como un llamado a la curiosidad. La gente se detenía para hablar con él o observar sus obras, pero apenas podían sonsacarle unos pocos datos sobre su vida anterior.
En 2017, Alicia Chillida organizó una exposición en Madrid sobre el arte de Gassama, que incluía obras de varios coleccionistas que habían comprado sus tablas durante su tiempo en Barcelona. El libro editado por Chillida también tuvo un gran éxito, ya que permitió a los coleccionistas compartir sus experiencias personales con el artista.
En 2022, una donación del coleccionista Bruno Decharme incluyó varias obras de Gassama en el Centro Pompidou de París. Aunque no se ha tenido noticia del senegalés desde 2012, su legado artístico sigue vivo y continuando a ser explorado por artistas y curadores.
Ahora una nueva exposición de Housseinou Gassama está abierta en la ciudad donde creció su obra: Barcelona. La muestra, organizada por Kathrin Golda-Pongratz, incluye obras de dos artistas únicos y diferentes: el senegalés Housseinou Gassama y el peruano Alberto Quintanilla.
El estilo de Quintanilla es muy diferente al de Gassama, ya que se centra en las figuras humanas y animales fantásticos. Sin embargo, ambos artistas comparten una obsesión por la representación de sus lugares de origen en su arte.
Sólo sabemos que pintaba obsesivamente casas, muebles y objetos cotidianos durante horas, agachado en la misma esquina. Sus obras eran como una invasión visual, pero también como un llamado a la curiosidad. La gente se detenía para hablar con él o observar sus tablas pintadas, pero apenas podían sonsacarle unos pocos datos sobre su vida anterior.
Su nombre era conocido por algunas personas, aunque muchos de ellos no sabían cómo firmarlo en las obras. Su pasado se quedaba en el olvido, mientras que su arte se convertía en una parte importante de la escena artística barcelonesa. La gente compraba sus tablas y se alejaban con una obra, sin saber nada más sobre el hombre detrás del lienzo.
La arquitecta y urbanista alemana Kathrin Golda-Pongratz fue una de las personas que trabajaron con Gassama durante su tiempo en Barcelona. Le trató asiduamente y le compró varias obras hasta que estableció una colección significativa de sus tablas. Según Golda, “A mí nunca me miraba a los ojos, y eso que nos veíamos casi a diario”, porque Gassama vivía muy cerca de la esquina donde pintaba.
La relación entre Golda y Gassama era limitada, pero siempre basada en la venta de sus tablas. La curadora artística Alicia Chillida también tuvo un trato comercial con el senegalés, aunque admitió que “sólo te hablaba para indicarte el precio de cada tabla”.
Gassama se hizo conocido por su estilo único, que combinaba elementos geométricos y racionalistas. Sus tablas eran como una invasión visual, pero también como un llamado a la curiosidad. La gente se detenía para hablar con él o observar sus obras, pero apenas podían sonsacarle unos pocos datos sobre su vida anterior.
En 2017, Alicia Chillida organizó una exposición en Madrid sobre el arte de Gassama, que incluía obras de varios coleccionistas que habían comprado sus tablas durante su tiempo en Barcelona. El libro editado por Chillida también tuvo un gran éxito, ya que permitió a los coleccionistas compartir sus experiencias personales con el artista.
En 2022, una donación del coleccionista Bruno Decharme incluyó varias obras de Gassama en el Centro Pompidou de París. Aunque no se ha tenido noticia del senegalés desde 2012, su legado artístico sigue vivo y continuando a ser explorado por artistas y curadores.
Ahora una nueva exposición de Housseinou Gassama está abierta en la ciudad donde creció su obra: Barcelona. La muestra, organizada por Kathrin Golda-Pongratz, incluye obras de dos artistas únicos y diferentes: el senegalés Housseinou Gassama y el peruano Alberto Quintanilla.
El estilo de Quintanilla es muy diferente al de Gassama, ya que se centra en las figuras humanas y animales fantásticos. Sin embargo, ambos artistas comparten una obsesión por la representación de sus lugares de origen en su arte.