El mundo de la ciencia, un misterio sin fin.
Álex Gómez-Marín, científico y neurocientífico del CSIC, vivió una experiencia que cambiaría su vida para siempre: una cercana a la muerte (ECM). Durante meses, apenas pudo leer, pensar o trabajar, pero al regresar su energía, comenzó a explorar qué dice y qué calla la ciencia sobre estos fenómenos. Lo resultado es un libro que combina la experiencia personal, la investigación científica y la reflexión filosófica: "La ciencia del último umbral".
Para Gómez-Marín, su ECM fue una revelación. No vio la típica luz al final del túnel, sino un pozo sin fondo. "Miraba hacia arriba", relata en su libro, donde tres figuras lo esperaban en el otro lado. Al rascar entre cientos de publicaciones y congresos, descubrió una comunidad internacional que ha estudiado las ECM durante décadas, con referentes como Bruce Greyson o Pim van Lommel.
Su nuevo libro es una investigación pero también un testimonio. No se limita a narrar lo que le ocurrió, sino que utiliza esa experiencia para reflexionar sobre la conciencia. Y para ello, acudió a numerosos filósofos y científicos de la historia. "Lo sorprendente fue descubrir que ya a finales del XIX se hablaba de la mente más allá del cerebro", afirma.
Para Gómez-Marín, estas ideas abren una grieta en la visión materialista dominante en la ciencia. "El método clásico ha funcionado muy bien para medir y manipular el mundo, pero cuando hablamos de conciencia necesitamos algo más", dice. "Es una ciencia 2.0: seguimos midiendo y manipulando el mundo, pero debemos aceptar que hay experiencias que no caben en las cuatro paredes del laboratorio".
Su relato de su ECM incluye imágenes poderosas, como la luz al final del túnel. Él mismo admite que esa visión lo dejó "medio iluminado y medio deslumbrado". "Iluminado porque regresé con menos miedo", afirma, "deslumbrado porque es un tema inmenso que se nos queda grande por todos los lados".
Las experiencias cercanas a la muerte, añade, suelen traer transformaciones vitales. "Existen estudios comparativos que muestran que quienes pasan por ellas regresan con menos miedo a morir, más empatía y una conexión más fuerte con la vida", dice.
Aunque reconoce que el campo es incipiente y poco consolidado, Gómez-Marín cree que el futuro dependerá del interés social. "Yo sigo publicando con el método científico, pero es un camino lento", afirma. "Tal vez si la gente lo pide a gritos, las instituciones se animen a abrir centros de investigación sobre la conciencia".
Su mensaje final es claro: "Durante muchos años, en nombre de la ciencia, se nos dijo que sabemos que no. Eso ha cambiado. Ahora podemos decir que no sabemos, o incluso que parece que sí". Y ese simple giro abre un espacio para que todos podamos salir del armario y reconocer lo que ya intuíamos: "que estas experiencias son reales y forman parte de la vida".
Álex Gómez-Marín, científico y neurocientífico del CSIC, vivió una experiencia que cambiaría su vida para siempre: una cercana a la muerte (ECM). Durante meses, apenas pudo leer, pensar o trabajar, pero al regresar su energía, comenzó a explorar qué dice y qué calla la ciencia sobre estos fenómenos. Lo resultado es un libro que combina la experiencia personal, la investigación científica y la reflexión filosófica: "La ciencia del último umbral".
Para Gómez-Marín, su ECM fue una revelación. No vio la típica luz al final del túnel, sino un pozo sin fondo. "Miraba hacia arriba", relata en su libro, donde tres figuras lo esperaban en el otro lado. Al rascar entre cientos de publicaciones y congresos, descubrió una comunidad internacional que ha estudiado las ECM durante décadas, con referentes como Bruce Greyson o Pim van Lommel.
Su nuevo libro es una investigación pero también un testimonio. No se limita a narrar lo que le ocurrió, sino que utiliza esa experiencia para reflexionar sobre la conciencia. Y para ello, acudió a numerosos filósofos y científicos de la historia. "Lo sorprendente fue descubrir que ya a finales del XIX se hablaba de la mente más allá del cerebro", afirma.
Para Gómez-Marín, estas ideas abren una grieta en la visión materialista dominante en la ciencia. "El método clásico ha funcionado muy bien para medir y manipular el mundo, pero cuando hablamos de conciencia necesitamos algo más", dice. "Es una ciencia 2.0: seguimos midiendo y manipulando el mundo, pero debemos aceptar que hay experiencias que no caben en las cuatro paredes del laboratorio".
Su relato de su ECM incluye imágenes poderosas, como la luz al final del túnel. Él mismo admite que esa visión lo dejó "medio iluminado y medio deslumbrado". "Iluminado porque regresé con menos miedo", afirma, "deslumbrado porque es un tema inmenso que se nos queda grande por todos los lados".
Las experiencias cercanas a la muerte, añade, suelen traer transformaciones vitales. "Existen estudios comparativos que muestran que quienes pasan por ellas regresan con menos miedo a morir, más empatía y una conexión más fuerte con la vida", dice.
Aunque reconoce que el campo es incipiente y poco consolidado, Gómez-Marín cree que el futuro dependerá del interés social. "Yo sigo publicando con el método científico, pero es un camino lento", afirma. "Tal vez si la gente lo pide a gritos, las instituciones se animen a abrir centros de investigación sobre la conciencia".
Su mensaje final es claro: "Durante muchos años, en nombre de la ciencia, se nos dijo que sabemos que no. Eso ha cambiado. Ahora podemos decir que no sabemos, o incluso que parece que sí". Y ese simple giro abre un espacio para que todos podamos salir del armario y reconocer lo que ya intuíamos: "que estas experiencias son reales y forman parte de la vida".