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En otoño, cuando las lluvias tiñen las sierras de Jaén de un verde intenso, no hay mejor compañía que un plato humeante y reconfortante de ajos harinosos. Esta receta nacida en la huerta serrana y transmitida de generación en generación es el guiso perfecto para invitar al calor del campo a nuestra mesa: productos simples, fuego lento y aceite de oliva virgen extra que danle un toque especial.
El plato de cuchara de Jaén se ha convertido en un clásico de la cocina andaluza. En cada restaurante de la provincia hay una versión diferente, pero todas comparten el mismo sabor auténtico y genuino que nos hace sentir como si estuviéramos en las casas de los abuelos.
El nombre del guiso viene de su ingrediente más curioso: la harina, que se añade al sofrito para espesar el caldo y darle esa textura espesa y untuosa que lo convierte en un auténtico manjar. Las setas, patatas, tomates maduros y pimientos secos son los ingredientes básicos de este plato, pero también pueden encontrar versiones con longaniza o bacalao según lo que se tenga a mano.
La receta del otoño jiennense es sencilla, pero requiere paciencia. Se comienza con un buen chorro de aceite y donde se sofríen los ajos, las setas y el pimiento, luego se incorporan las patatas chascadas para que suelten el almidón, y finalmente se añade el caldo con una pizca de pimentón dulce y clavos de olor.
Este plato es como un abrigo para el cuerpo en días fríos y lluviosos. El pan es su toque final, porque nadie come ajos harinosos sin mojarlo a conciencia.
El plato de ajos harinosos es la seña de identidad rural que representan las casas de Jaén, donde el guiso se cocina en el horno de piedra y siempre está ligado al paisaje y a la temporada de setas.
En otoño, cuando los tomates maduros dan su sabor profundo al caldo, este plato es como un recordatorio del campo y sus riquezas. Y cuando el frío se instala y el aceite nuevo empieza a salir de los molinos, en Jaén el otoño huele a ajos harinosos, a la auténtica cocina de la sierra andaluza.
El plato de cuchara de Jaén se ha convertido en un clásico de la cocina andaluza. En cada restaurante de la provincia hay una versión diferente, pero todas comparten el mismo sabor auténtico y genuino que nos hace sentir como si estuviéramos en las casas de los abuelos.
El nombre del guiso viene de su ingrediente más curioso: la harina, que se añade al sofrito para espesar el caldo y darle esa textura espesa y untuosa que lo convierte en un auténtico manjar. Las setas, patatas, tomates maduros y pimientos secos son los ingredientes básicos de este plato, pero también pueden encontrar versiones con longaniza o bacalao según lo que se tenga a mano.
La receta del otoño jiennense es sencilla, pero requiere paciencia. Se comienza con un buen chorro de aceite y donde se sofríen los ajos, las setas y el pimiento, luego se incorporan las patatas chascadas para que suelten el almidón, y finalmente se añade el caldo con una pizca de pimentón dulce y clavos de olor.
Este plato es como un abrigo para el cuerpo en días fríos y lluviosos. El pan es su toque final, porque nadie come ajos harinosos sin mojarlo a conciencia.
El plato de ajos harinosos es la seña de identidad rural que representan las casas de Jaén, donde el guiso se cocina en el horno de piedra y siempre está ligado al paisaje y a la temporada de setas.
En otoño, cuando los tomates maduros dan su sabor profundo al caldo, este plato es como un recordatorio del campo y sus riquezas. Y cuando el frío se instala y el aceite nuevo empieza a salir de los molinos, en Jaén el otoño huele a ajos harinosos, a la auténtica cocina de la sierra andaluza.