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Andy Warhol y Jackson Pollock son dos nombres que suelen citarse juntos, pero ¿por qué? El problema es que el artista del pop art se ha visto reducido a una imagen simplista, mientras que el pintor abstracto es recordado por sus líneas caóticas y espontáneas. Una nueva exposición en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza pretende desmontar estas ideas preconcebidas.
La idea detrás de esta muestra es cuestionar la idea del espacio binario que se ha creado alrededor de estos dos artistas. A los ojos del público, Warhol y Pollock son dos personajes diferentes: uno un artista de la imagen perfecta y otro un pintor espontáneo y caótico. Pero ¿qué pasa cuando nos detenemos a mirar las obras en sí mismas?
En este nuevo espacio, el banco se ha convertido en un acto revolucionario. Los espectadores se sientan, parándose un momento ante tres cuadros que se acercan más a la figuración que a la imagen abstracta. La idea es hacer que la contemplación sea un acto político y radical, algo que nos permite escapar del exceso de imágenes con las que estamos bombardeados.
La comisaria Estrella de Diego ha juntado piezas de Warhol, Pollock, Rothko y otros artistas para establecer diálogos entre sus obras. La muestra pretende mostrar a un Warhol abstracto, alguien que reflexiona sobre el trabajo de Pollock en los años cuarenta y cincuenta.
Hay una serie de pinturas de Coca-Cola y obras de repeticiones que nos obligan a mirar las imágenes de nuevo. En estos mosaicos se desestructura la idea del pop art como algo superficial, y empieza a parecerse al trabajo de sus contemporáneos expresionistas y abstractos.
El director del Thyssen, Guillermo Solana, ha hablado sobre el intento de desmontar las convicciones fijadas en el imaginario colectivo. "Fue víctima de la imagen de rubia tonta que le gustaba y además cultivó como máscara", explica. "Pero era un tipo con muchas capas y estratos de significados".
La idea detrás de esta muestra es cuestionar la idea del espacio binario que se ha creado alrededor de estos dos artistas. A los ojos del público, Warhol y Pollock son dos personajes diferentes: uno un artista de la imagen perfecta y otro un pintor espontáneo y caótico. Pero ¿qué pasa cuando nos detenemos a mirar las obras en sí mismas?
En este nuevo espacio, el banco se ha convertido en un acto revolucionario. Los espectadores se sientan, parándose un momento ante tres cuadros que se acercan más a la figuración que a la imagen abstracta. La idea es hacer que la contemplación sea un acto político y radical, algo que nos permite escapar del exceso de imágenes con las que estamos bombardeados.
La comisaria Estrella de Diego ha juntado piezas de Warhol, Pollock, Rothko y otros artistas para establecer diálogos entre sus obras. La muestra pretende mostrar a un Warhol abstracto, alguien que reflexiona sobre el trabajo de Pollock en los años cuarenta y cincuenta.
Hay una serie de pinturas de Coca-Cola y obras de repeticiones que nos obligan a mirar las imágenes de nuevo. En estos mosaicos se desestructura la idea del pop art como algo superficial, y empieza a parecerse al trabajo de sus contemporáneos expresionistas y abstractos.
El director del Thyssen, Guillermo Solana, ha hablado sobre el intento de desmontar las convicciones fijadas en el imaginario colectivo. "Fue víctima de la imagen de rubia tonta que le gustaba y además cultivó como máscara", explica. "Pero era un tipo con muchas capas y estratos de significados".