PensadorCriollo
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La Semana del Desarme es una oportunidad para reafirmar nuestra determinación de vivir en un mundo sin armas nucleares. Sin embargo, detrás de este lema, está el grito en el desierto de una mayor inversión en defensa por parte de los países.
El informe del SIPRI sobre la tendencia mundial de rearme señala que el volumen global de los gastos militares ascendió a 2,7 billones de dólares en el año pasado, un incremento del 9,4% con respecto a 2023. Este aumento es particularmente preocupante en Europa y el Cercano Oriente, donde las guerras en Ucrania y la franja de Gaza han impulsado este gasto militar.
Pero ¿qué está detrás de esta tendencia? Según los expertos, se trata de una lógica de respuesta a la amenaza expansionista de Rusia. Polonia, por ejemplo, registró un aumento del 31% en sus gastos militares, mientras que Suecia destinó 12.000 millones de dólares en 2024, un 34% más que el año anterior.
Pero no solo los países occidentales están aumentando su gasto militar. También es el caso de China, que ha asignado un presupuesto de 314.000 millones de dólares en 2024 para modernizar sus Fuerzas Armadas hasta 2035. Y en Oriente Medio, destaca el caso de Israel, que aumentó su gasto militar en un 65%, elevándolo a 46.500 millones de dólares.
En medio de esta lógica de respuesta, es difícil encontrar un camino hacia la paz y la seguridad. Según el informe del SIPRI, las naciones siguen apostando por lo atómico para disuadir al enemigo, incluso cuando se conoce que este arma representa una preocupación primordial debido a su poder destructivo.
En realidad, no hay motivos para triunfalismo. Los esfuerzos de desarme globales se han visto superados por una ola proteccionista que parece haber venido para quedarse. La ONU celebra la Semana del Desarme, pero ¿qué se va a hacer para cambiar esta tendencia?
Los expertos insisten en que hay otro camino. El Centro Delàs de Estudios por la Paz, con sede en Barcelona, ha lanzado un comunicado que reclama una mayor inversión en diplomacia, ayuda humanitaria y resolución de conflictos, en lugar de más armas. Según ellos, el militarismo está claramente alimentando todas las guerras y violencia.
"Dar prioridad a los gastos relacionados con la guerra por encima de las necesidades fundamentales de la sociedad agrava el sufrimiento, profundiza la inseguridad económica y amplía la desigualdad social", afirman. "El mundo no necesita más armas, sino más diálogo, cooperación, instituciones democráticas globales y un compromiso con la justicia y la dignidad humana".
Enfrentar esta tendencia requiere una mayor implicación social para pedir cuentas a los mandatarios y marcar la agenda de verdaderas prioridades. Sin embargo, hay que hacerlo más allá de este mes de la ONU. La pelea por un mundo sin armas debe ser continua y justa.
El informe del SIPRI sobre la tendencia mundial de rearme señala que el volumen global de los gastos militares ascendió a 2,7 billones de dólares en el año pasado, un incremento del 9,4% con respecto a 2023. Este aumento es particularmente preocupante en Europa y el Cercano Oriente, donde las guerras en Ucrania y la franja de Gaza han impulsado este gasto militar.
Pero ¿qué está detrás de esta tendencia? Según los expertos, se trata de una lógica de respuesta a la amenaza expansionista de Rusia. Polonia, por ejemplo, registró un aumento del 31% en sus gastos militares, mientras que Suecia destinó 12.000 millones de dólares en 2024, un 34% más que el año anterior.
Pero no solo los países occidentales están aumentando su gasto militar. También es el caso de China, que ha asignado un presupuesto de 314.000 millones de dólares en 2024 para modernizar sus Fuerzas Armadas hasta 2035. Y en Oriente Medio, destaca el caso de Israel, que aumentó su gasto militar en un 65%, elevándolo a 46.500 millones de dólares.
En medio de esta lógica de respuesta, es difícil encontrar un camino hacia la paz y la seguridad. Según el informe del SIPRI, las naciones siguen apostando por lo atómico para disuadir al enemigo, incluso cuando se conoce que este arma representa una preocupación primordial debido a su poder destructivo.
En realidad, no hay motivos para triunfalismo. Los esfuerzos de desarme globales se han visto superados por una ola proteccionista que parece haber venido para quedarse. La ONU celebra la Semana del Desarme, pero ¿qué se va a hacer para cambiar esta tendencia?
Los expertos insisten en que hay otro camino. El Centro Delàs de Estudios por la Paz, con sede en Barcelona, ha lanzado un comunicado que reclama una mayor inversión en diplomacia, ayuda humanitaria y resolución de conflictos, en lugar de más armas. Según ellos, el militarismo está claramente alimentando todas las guerras y violencia.
"Dar prioridad a los gastos relacionados con la guerra por encima de las necesidades fundamentales de la sociedad agrava el sufrimiento, profundiza la inseguridad económica y amplía la desigualdad social", afirman. "El mundo no necesita más armas, sino más diálogo, cooperación, instituciones democráticas globales y un compromiso con la justicia y la dignidad humana".
Enfrentar esta tendencia requiere una mayor implicación social para pedir cuentas a los mandatarios y marcar la agenda de verdaderas prioridades. Sin embargo, hay que hacerlo más allá de este mes de la ONU. La pelea por un mundo sin armas debe ser continua y justa.