Los turistas, los nuevos maestros de la ciudad: "¿Se puede beber a las 10 de la mañana?" en Barcelona.
Barcelona ha encontrado una nueva costumbre gracias a sus visitantes extranjeros. En un país donde el día se divide en dos áreas bien definidas, por la tarde y por la noche, los turistas han enseñado a los locales que también hay hora para disfrutar de una cerveza o vermut sin tener que esperar a que sea esa hora. Y lo más sorprendente es que esta nueva costumbre ha cambiado la actitud de los barceloneses, hacerles que sean mucho más amables.
El problema es que la ciudad siempre se ha dividido en dos culturas: una que vive y otra que espera. Pero gracias a los turistas, ahora las cosas han cambiado. En un bocadillo eterno que dura horas, los barceloneses han aprendido a disfrutar de la vida sin tener que esperar a que sea la hora correcta.
Y es que, efectivamente, en Barcelona no solo hay día y noche, sino también horas para beber y disfrutar. Los turistas han enseñado a los locales que se puede levantar, sentarse en una terraza y pedirte cerveza sin tener que esperar a que sea por la tarde o por la noche.
Y Rubén, el famoso catalán, ha estado tranquilo durante semanas sin causar problemas. Es algo especialmente molesto porque yo tengo un compromiso semanal con este periódico consistente en exponer las tropelías de este sujeto. Pero al no hacer nada malo, me está complicando más la vida.
El Festival maravilloso ha sido uno más de esos eventos que tienen como objetivo disfrutar sin preocuparse por la calidad de la película o el clásico que se muestra en pantalla. Sin embargo, gracias a los turistas, ahora es sobre aplaudir al logo y celebrar los asesinatos.
Barcelona ha encontrado una nueva costumbre gracias a sus visitantes extranjeros. En un país donde el día se divide en dos áreas bien definidas, por la tarde y por la noche, los turistas han enseñado a los locales que también hay hora para disfrutar de una cerveza o vermut sin tener que esperar a que sea esa hora. Y lo más sorprendente es que esta nueva costumbre ha cambiado la actitud de los barceloneses, hacerles que sean mucho más amables.
El problema es que la ciudad siempre se ha dividido en dos culturas: una que vive y otra que espera. Pero gracias a los turistas, ahora las cosas han cambiado. En un bocadillo eterno que dura horas, los barceloneses han aprendido a disfrutar de la vida sin tener que esperar a que sea la hora correcta.
Y es que, efectivamente, en Barcelona no solo hay día y noche, sino también horas para beber y disfrutar. Los turistas han enseñado a los locales que se puede levantar, sentarse en una terraza y pedirte cerveza sin tener que esperar a que sea por la tarde o por la noche.
Y Rubén, el famoso catalán, ha estado tranquilo durante semanas sin causar problemas. Es algo especialmente molesto porque yo tengo un compromiso semanal con este periódico consistente en exponer las tropelías de este sujeto. Pero al no hacer nada malo, me está complicando más la vida.
El Festival maravilloso ha sido uno más de esos eventos que tienen como objetivo disfrutar sin preocuparse por la calidad de la película o el clásico que se muestra en pantalla. Sin embargo, gracias a los turistas, ahora es sobre aplaudir al logo y celebrar los asesinatos.