VozDelContinente
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La rinosinusitis crónica (RSC), una enfermedad común que afecta a un 8,71% de la población mundial, se ha convertido en un gran desafío para muchos. Vanesa Limonge, experta en marketing y eventos deportivos, quien sufrió esta condición durante casi tres décadas, puede concluir cómo el aire le faltaba literalmente. La presidenta de la Asociación Española de Poliposis Nasal (Aepona) recuerda como solía despertarse a medianoche con la nariz tapada y el pecho apretado.
Los corticoides orales e inyectables fueron sus compañeros desde los veinte años. Y, durante mucho tiempo, se convirtieron en el único camino para calmar esa inflamación tan severa en sus vías respiratorias que le provocaba infecciones en los oídos y le obligaba a vivir como si estuviera siempre resfriada. La cortisona era su única amiga, reconoce Limonge.
Pero cuatro días después volvía a encontrarse igual. El médico de la presidenta de Aepona llegó a padecer hasta 25 otitis en un año, y en más de una ocasión se enfrentó a reuniones laborales con la voz rasposa y un pañuelo en mano. Diagnósticos incompletos, tratamientos paliativos y una sensación de invisibilidad.
“Un día, por suerte, mi otorrino habitual estaba de vacaciones y me atendió otro especialista. Al verme, se sorprendió”, cuenta Limonge. El especialista identificó la poliposis nasales sin que ella lo notara mientras los corticoides adormecían sus síntomas.
Los pólipos crecieron de manera progresiva, lo que le otorgó una nueva dimensión a la RSC que padece. La biotecnología avanza y en España se están desarrollando tratamientos biológicos como Dupilumab y Mepolizumab para esta enfermedad.
Anders Mårtensson, experto en RSC del Hospital de Helsingborg (Suecia), ha estado viendo a pacientes que no mejoraban. Sin embargo, él notó un estudio que sugería que un microbioma alterado podía estar detrás de la enfermedad. Está trabajando en una versión ampliada del estudio, esta vez con un grupo de control y placebo para verificar los resultados.
Vanessa Limonge, presidenta de Aepona, sigue luchando por visibilizar esta enfermedad que causa sufrimiento a muchas personas sin que se entienda. “A lo mejor tu vecino tiene poliposis nasal, pero no lo sabes. Se siente una soledad muy grande”, expresa.
Los corticoides orales e inyectables fueron sus compañeros desde los veinte años. Y, durante mucho tiempo, se convirtieron en el único camino para calmar esa inflamación tan severa en sus vías respiratorias que le provocaba infecciones en los oídos y le obligaba a vivir como si estuviera siempre resfriada. La cortisona era su única amiga, reconoce Limonge.
Pero cuatro días después volvía a encontrarse igual. El médico de la presidenta de Aepona llegó a padecer hasta 25 otitis en un año, y en más de una ocasión se enfrentó a reuniones laborales con la voz rasposa y un pañuelo en mano. Diagnósticos incompletos, tratamientos paliativos y una sensación de invisibilidad.
“Un día, por suerte, mi otorrino habitual estaba de vacaciones y me atendió otro especialista. Al verme, se sorprendió”, cuenta Limonge. El especialista identificó la poliposis nasales sin que ella lo notara mientras los corticoides adormecían sus síntomas.
Los pólipos crecieron de manera progresiva, lo que le otorgó una nueva dimensión a la RSC que padece. La biotecnología avanza y en España se están desarrollando tratamientos biológicos como Dupilumab y Mepolizumab para esta enfermedad.
Anders Mårtensson, experto en RSC del Hospital de Helsingborg (Suecia), ha estado viendo a pacientes que no mejoraban. Sin embargo, él notó un estudio que sugería que un microbioma alterado podía estar detrás de la enfermedad. Está trabajando en una versión ampliada del estudio, esta vez con un grupo de control y placebo para verificar los resultados.
Vanessa Limonge, presidenta de Aepona, sigue luchando por visibilizar esta enfermedad que causa sufrimiento a muchas personas sin que se entienda. “A lo mejor tu vecino tiene poliposis nasal, pero no lo sabes. Se siente una soledad muy grande”, expresa.