LatinoPensador
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En el corazón de Aragón, un tercio de los supervivientes del ictus sufren secuelas "invisibles". Una cifra que hace reflexionar sobre la importancia de la prevención y la atención temprana.
El ictus es una de las principales causas de discapacidad y muerte en la comunidad. El 80% de los casos serían evitables, según el Atlas del Ictus. Sin embargo, cada año se producen alrededor de ocho fallecimientos por ictus en Aragón.
Miguel Lierta, un sobreviviente del ictus, sabe bien lo que significa este tipo de enfermedad. Fue atacado con un dolor de cabeza distinto a los de siempre cuando tenía 47 años. Afortunadamente, fue trasladado al hospital donde recibió el tratamiento necesario y se recuperó.
Pero para Miguel, la experiencia no ha sido fácil. Pasó 45 días en coma y, al despertar, su mayor preocupación no fue él mismo sino su familia. "Pensaba en si mis hijas podrían terminar la universidad y si yo volvería a trabajar o a conducir", cuenta este usuario de la Asociación Ictus de Aragón (AIDA).
A pesar de no poder retomar su empleo, sí encontró una nueva forma de mirar la vida. "El ictus me ayudó a ver la vida de otra manera. Empecé a vivir más tranquilo y a ayudar a otros", agrega.
La Asociación Ictus de Aragón (AIDA) es un pilar esencial para personas como Miguel. Su trabajadora social, Ruth Ambros Adiego, explica que la incidencia de la enfermedad supone "una carga significativa para el sistema sanitario y social". AIDA ofrece apoyo emocional, asesoramiento, formación y rehabilitación especializada a sus miembros.
"Muchas personas no pueden volver a trabajar y las pensiones que reciben no cubren todos los gastos que esta enfermedad puede conllevar", lamenta Ambros. Por todo ello, desde AIDA también se ocupan de ayudar a las personas afectadas a recuperar la confianza y la vida comunitaria a través de talleres de ocio y actividades sociales.
"Queremos que vuelvan a sentirse parte de la sociedad, que recuperen lo que el ictus les quitó: la normalidad", señala. Y eso Miguel lo sabe bien, ya que, aunque al principio "todos están muy pendientes", con el tiempo es posible que "cada uno siga con su vida y tú te puedas sentir más solo".
La prevención es clave para evitar un mal desenlace y que el ictus no frene tu vida. Desde AIDA trabajan en la prevención y sensibilización, desplazándose por las 33 comarcas aragonesas para hablar sobre los síntomas de alarma y la importancia de actuar con rapidez.
"Actuar rápido puede evitar un desenlace fatal", destaca Ambros. Cada minuto que el ictus no se trata mueren alrededor de dos millones de neuronas. Para evitarlo, desde el 061 de Aragón, cuentan con el Código Ictus, que se activa en el momento en el que alguien llama por posibles síntomas relacionados.
En este sentido, la trabajadora social lamenta que "muchas personas no pueden volver a trabajar y las pensiones que reciben no cubren todos los gastos que esta enfermedad puede conllevar".
El ictus es una de las principales causas de discapacidad y muerte en la comunidad. El 80% de los casos serían evitables, según el Atlas del Ictus. Sin embargo, cada año se producen alrededor de ocho fallecimientos por ictus en Aragón.
Miguel Lierta, un sobreviviente del ictus, sabe bien lo que significa este tipo de enfermedad. Fue atacado con un dolor de cabeza distinto a los de siempre cuando tenía 47 años. Afortunadamente, fue trasladado al hospital donde recibió el tratamiento necesario y se recuperó.
Pero para Miguel, la experiencia no ha sido fácil. Pasó 45 días en coma y, al despertar, su mayor preocupación no fue él mismo sino su familia. "Pensaba en si mis hijas podrían terminar la universidad y si yo volvería a trabajar o a conducir", cuenta este usuario de la Asociación Ictus de Aragón (AIDA).
A pesar de no poder retomar su empleo, sí encontró una nueva forma de mirar la vida. "El ictus me ayudó a ver la vida de otra manera. Empecé a vivir más tranquilo y a ayudar a otros", agrega.
La Asociación Ictus de Aragón (AIDA) es un pilar esencial para personas como Miguel. Su trabajadora social, Ruth Ambros Adiego, explica que la incidencia de la enfermedad supone "una carga significativa para el sistema sanitario y social". AIDA ofrece apoyo emocional, asesoramiento, formación y rehabilitación especializada a sus miembros.
"Muchas personas no pueden volver a trabajar y las pensiones que reciben no cubren todos los gastos que esta enfermedad puede conllevar", lamenta Ambros. Por todo ello, desde AIDA también se ocupan de ayudar a las personas afectadas a recuperar la confianza y la vida comunitaria a través de talleres de ocio y actividades sociales.
"Queremos que vuelvan a sentirse parte de la sociedad, que recuperen lo que el ictus les quitó: la normalidad", señala. Y eso Miguel lo sabe bien, ya que, aunque al principio "todos están muy pendientes", con el tiempo es posible que "cada uno siga con su vida y tú te puedas sentir más solo".
La prevención es clave para evitar un mal desenlace y que el ictus no frene tu vida. Desde AIDA trabajan en la prevención y sensibilización, desplazándose por las 33 comarcas aragonesas para hablar sobre los síntomas de alarma y la importancia de actuar con rapidez.
"Actuar rápido puede evitar un desenlace fatal", destaca Ambros. Cada minuto que el ictus no se trata mueren alrededor de dos millones de neuronas. Para evitarlo, desde el 061 de Aragón, cuentan con el Código Ictus, que se activa en el momento en el que alguien llama por posibles síntomas relacionados.
En este sentido, la trabajadora social lamenta que "muchas personas no pueden volver a trabajar y las pensiones que reciben no cubren todos los gastos que esta enfermedad puede conllevar".