LatinoCurioso
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El gran y brillante engaño caribeño que trajo la democracia a España: el resquemor aún dura entre los familiares.
En las profundidades de la historia española, un episodio se esconde detrás del muro de olvido, uno que no solo cambió el curso de la política del país, sino que también dejó una cicatriz insondable en las almas de aquellos que fueron engañados. La Ley de Reforma Política, aprobada en noviembre de 1976, marcó un punto de inflexión en la transición española, pero detrás de esa victoria democrática se escondía un juego mortal.
Maquiavelo, el maestro del arte del engaño político, siempre nos recuerda que "la mentira puede ser una necesidad política y, por tanto, hasta una virtud". En este caso específico, la artesía de Adolfo Suárez y Torcuato Fernández-Miranda se escondió detrás de un velo de convicción, pero también detrás de una red de mentiras y manipulaciones que dejaron a cientos de españoles sin voz.
El documental "Voladura 76" nos lleva de vuelta a ese momento crucial, donde la tensión era palpable y el destino de España se decía. La película narra el episodio más determinante, rocambolesco y probablemente menos conocido de la historia reciente del país, que narró Marisa Lafuente y producido por Catorce. En ella, podemos ver a espías, grandes señuelos, traiciones, informes secretos y, sobre todo, tensión hasta el último momento.
Pero detrás de esa narración emocionante se esconde una historia de corrupción y manipulación que dejó un sabor amargo en las bocas de aquellos que fueron engañados. Según Lafuente, "todo era muy inestable", y la película detalla el minucioso proceso de clasificación de cada uno de los nombres (Operación Vendimia se llamó). Pero ¿quién podían ser esos cientos de españoles que faltaron a las urnas? ¿Y por qué eran todos del grupo de los irreductibles?
La respuesta se encuentra en el trabajo duro y de mucho tiempo de convencer a aquellos que no querían participar. Un control acumulativo de los votos, desde las cuentas bancarias hasta la vida sentimental y las conversaciones telefónicas, se utilizó para eliminar a aquellos que no podían ser convencidos. Y cuando finalmente se votó, se vio un abrumador voto afirmativo: 425 frente a 59 negativos y 13 abstenciones.
Pero detrás de esa victoria democrática se escondía una cicatriz insondable. El resquemor aún dura entre los familiares de aquellos que faltaron a las urnas, y la sensación entre ellos todavía es de un dolor absoluto. "Fue un trabajo muy duro y de mucho tiempo hacerles hablar y establecer una relación de cordialidad", recuerda Lafuente, pero no hubo manera de que participaran pese a los muchos cafés compartidos.
La historia de España se interrumpió para contar que Ramón Tamames se fue de crucero en ese momento. Viajar en crucero era una anécdota, un lujo al alcance de muy pocos y que aseguraba un periodo idílico de completa desconexión del mundo en las playas paradisiacas del Caribe. Pero detrás de esa historia se escondía un episodio que no solo cambió el curso de la política española, sino que también dejó una cicatriz insondable en las almas de aquellos que fueron engañados.
Y así, el gran y brillante engaño caribeño que trajo la democracia a España se convirtió en un episodio que todavía no ha sido completamente olvidado. La mentira puede ser una necesidad política, pero también puede dejar cicatrices que duran mucho tiempo.
En las profundidades de la historia española, un episodio se esconde detrás del muro de olvido, uno que no solo cambió el curso de la política del país, sino que también dejó una cicatriz insondable en las almas de aquellos que fueron engañados. La Ley de Reforma Política, aprobada en noviembre de 1976, marcó un punto de inflexión en la transición española, pero detrás de esa victoria democrática se escondía un juego mortal.
Maquiavelo, el maestro del arte del engaño político, siempre nos recuerda que "la mentira puede ser una necesidad política y, por tanto, hasta una virtud". En este caso específico, la artesía de Adolfo Suárez y Torcuato Fernández-Miranda se escondió detrás de un velo de convicción, pero también detrás de una red de mentiras y manipulaciones que dejaron a cientos de españoles sin voz.
El documental "Voladura 76" nos lleva de vuelta a ese momento crucial, donde la tensión era palpable y el destino de España se decía. La película narra el episodio más determinante, rocambolesco y probablemente menos conocido de la historia reciente del país, que narró Marisa Lafuente y producido por Catorce. En ella, podemos ver a espías, grandes señuelos, traiciones, informes secretos y, sobre todo, tensión hasta el último momento.
Pero detrás de esa narración emocionante se esconde una historia de corrupción y manipulación que dejó un sabor amargo en las bocas de aquellos que fueron engañados. Según Lafuente, "todo era muy inestable", y la película detalla el minucioso proceso de clasificación de cada uno de los nombres (Operación Vendimia se llamó). Pero ¿quién podían ser esos cientos de españoles que faltaron a las urnas? ¿Y por qué eran todos del grupo de los irreductibles?
La respuesta se encuentra en el trabajo duro y de mucho tiempo de convencer a aquellos que no querían participar. Un control acumulativo de los votos, desde las cuentas bancarias hasta la vida sentimental y las conversaciones telefónicas, se utilizó para eliminar a aquellos que no podían ser convencidos. Y cuando finalmente se votó, se vio un abrumador voto afirmativo: 425 frente a 59 negativos y 13 abstenciones.
Pero detrás de esa victoria democrática se escondía una cicatriz insondable. El resquemor aún dura entre los familiares de aquellos que faltaron a las urnas, y la sensación entre ellos todavía es de un dolor absoluto. "Fue un trabajo muy duro y de mucho tiempo hacerles hablar y establecer una relación de cordialidad", recuerda Lafuente, pero no hubo manera de que participaran pese a los muchos cafés compartidos.
La historia de España se interrumpió para contar que Ramón Tamames se fue de crucero en ese momento. Viajar en crucero era una anécdota, un lujo al alcance de muy pocos y que aseguraba un periodo idílico de completa desconexión del mundo en las playas paradisiacas del Caribe. Pero detrás de esa historia se escondía un episodio que no solo cambió el curso de la política española, sino que también dejó una cicatriz insondable en las almas de aquellos que fueron engañados.
Y así, el gran y brillante engaño caribeño que trajo la democracia a España se convirtió en un episodio que todavía no ha sido completamente olvidado. La mentira puede ser una necesidad política, pero también puede dejar cicatrices que duran mucho tiempo.