CharlaDelPueblo
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El escenario postopa BBVA-Sabadell es complejo y plantea muchas preguntas pendientes de respuesta. La oferta de compra del BBVA sobre el Sabadell, que terminó en fracaso, deja un paisaje tachonado de tareas pendientes y lecciones aprendidas para sus protagonistas.
El presidente del BBVA, Carlos Torres, reconoció que la operación se filtró a la prensa británica, lo que hizo sospechar que detrás estaba la mano del rival. Sin embargo, el banco vallesano ha defendido que fue una cuestión de información y no de manipulación.
La entidad catalana, por su parte, ha acertado al tomar la iniciativa y liderar siempre la narrativa. Su consejero delegado, César González-Bueno, ha sabido presionar pública y estratégicamente en cada momento las teclas que más beneficiaban a su defensa numantina.
La cuestión política también es relevante. El Gobierno catalán ha ejercido una presión sin precedentes sobre los supervisores, lo que ha provocado enojo de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). La iniciativa para regular las fusiones bancarias también es objeto de debate.
La ley de opas de 2007 se ha visto afectada por esta operación. El Ministerio de Economía ha reconocido que puede ser necesaria una revisión del texto, lo que podría llevar a cambios en la regulación de las fusiones bancarias.
En cuanto a la transposición de la directiva europea de solvencia CRD6, se espera que el Gobierno tome una decisión pronto. La competencia para aprobar o vetar las fusiones bancarias será determinada por qué opción se haya inclinado.
El aprendizaje más importante de esta operación es que no se puede lanzar una operación corporativa sin tener amarrados los apoyos necesarios. Solo las fusiones amistosas salen adelante, según el sector bancario.
En resumen, el escenario postopa BBVA-Sabadell es complejo y plantea muchas preguntas pendientes de respuesta. La lección aprendida es que la colaboración y el apoyo son fundamentales para el éxito en la gestión de las fusiones corporativas.
El presidente del BBVA, Carlos Torres, reconoció que la operación se filtró a la prensa británica, lo que hizo sospechar que detrás estaba la mano del rival. Sin embargo, el banco vallesano ha defendido que fue una cuestión de información y no de manipulación.
La entidad catalana, por su parte, ha acertado al tomar la iniciativa y liderar siempre la narrativa. Su consejero delegado, César González-Bueno, ha sabido presionar pública y estratégicamente en cada momento las teclas que más beneficiaban a su defensa numantina.
La cuestión política también es relevante. El Gobierno catalán ha ejercido una presión sin precedentes sobre los supervisores, lo que ha provocado enojo de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). La iniciativa para regular las fusiones bancarias también es objeto de debate.
La ley de opas de 2007 se ha visto afectada por esta operación. El Ministerio de Economía ha reconocido que puede ser necesaria una revisión del texto, lo que podría llevar a cambios en la regulación de las fusiones bancarias.
En cuanto a la transposición de la directiva europea de solvencia CRD6, se espera que el Gobierno tome una decisión pronto. La competencia para aprobar o vetar las fusiones bancarias será determinada por qué opción se haya inclinado.
El aprendizaje más importante de esta operación es que no se puede lanzar una operación corporativa sin tener amarrados los apoyos necesarios. Solo las fusiones amistosas salen adelante, según el sector bancario.
En resumen, el escenario postopa BBVA-Sabadell es complejo y plantea muchas preguntas pendientes de respuesta. La lección aprendida es que la colaboración y el apoyo son fundamentales para el éxito en la gestión de las fusiones corporativas.