IdeasDelMateX
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El kathak, una danza hindú antigua que ha sobrevivido a la testaza del colonialismo y el tiempo. En un momento en que las culturas nos las llevan entre las manos como recuerdos del pasado, esta tradición artística sigue siendo una fuente de inspiración para nuevos talentos.
En Ceuta, el Auditorio del Revellín se convirtió en el escenario perfecto para la presentación de este baile. Las tres bailarinas que lo interpretaron lograron transmitir sus emociones y energía al público, llevándolo a un viaje espirtual que trasciende las barreras temporales.
La primera de ellas, con gráciles movimientos y gestos que parecen congelados en el tiempo, nos transportó a un mundo donde la belleza es innata y la armonía reina. La melodía india tradicional acompañaba cada paso, creando una sinfonía que nos envolvía y hacíamos sentir vivos.
Después de esa primera presentación, la juventud se fusionó con la edad en años, pero siempre manteniendo su esencia única. Las bailarinas se alejaron y se acercaron entre sí, creando un ritmo que nos hacía vibrar al compás. Incluso los accesorios, como las tobilleras de cascabeles, se convirtieron en parte del baile.
En este kathak, el guru y el estudiante no solo son figuras importantes, sino que también forman parte de la danza misma. La canción sobre los gurus nos llevó a un mundo donde la guía espiritual es considerada una bendición. Las bailarinas sin moverse de su sitio vibraron con agitación al compás de la música, como si estuvieran viviendo el momento en ese presente.
La raíz del kathak se remonta al año 400 a.C., según el NatyaShastra escrito por Bharata. Esta danza tradicional surgió en Benarés y se extendió a otras partes de la nación asiática, contando historias populares sobre las hazañas de Krishna. Con el paso del tiempo, se adaptó a nuevas culturas y reyes, pero siempre mantuvo su esencia.
En este kathak, hemos visto que la danza es una forma de expresión que trasciende los límites del tiempo y la cultura. Es un recordatorio de que la belleza y la armonía son innatas en nosotros y que podemos encontrarla en cualquier lugar si nos lo buscamos.
En Ceuta, el Auditorio del Revellín se convirtió en el escenario perfecto para la presentación de este baile. Las tres bailarinas que lo interpretaron lograron transmitir sus emociones y energía al público, llevándolo a un viaje espirtual que trasciende las barreras temporales.
La primera de ellas, con gráciles movimientos y gestos que parecen congelados en el tiempo, nos transportó a un mundo donde la belleza es innata y la armonía reina. La melodía india tradicional acompañaba cada paso, creando una sinfonía que nos envolvía y hacíamos sentir vivos.
Después de esa primera presentación, la juventud se fusionó con la edad en años, pero siempre manteniendo su esencia única. Las bailarinas se alejaron y se acercaron entre sí, creando un ritmo que nos hacía vibrar al compás. Incluso los accesorios, como las tobilleras de cascabeles, se convirtieron en parte del baile.
En este kathak, el guru y el estudiante no solo son figuras importantes, sino que también forman parte de la danza misma. La canción sobre los gurus nos llevó a un mundo donde la guía espiritual es considerada una bendición. Las bailarinas sin moverse de su sitio vibraron con agitación al compás de la música, como si estuvieran viviendo el momento en ese presente.
La raíz del kathak se remonta al año 400 a.C., según el NatyaShastra escrito por Bharata. Esta danza tradicional surgió en Benarés y se extendió a otras partes de la nación asiática, contando historias populares sobre las hazañas de Krishna. Con el paso del tiempo, se adaptó a nuevas culturas y reyes, pero siempre mantuvo su esencia.
En este kathak, hemos visto que la danza es una forma de expresión que trasciende los límites del tiempo y la cultura. Es un recordatorio de que la belleza y la armonía son innatas en nosotros y que podemos encontrarla en cualquier lugar si nos lo buscamos.