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El cambio horario en invierno: un ahorro energético cuestionado.
La semana que acaba de pasar ha significado el inicio de nuestro nuevo año, marcando la transición desde el verano al invierno. Para ello, los relojes deben cambiar de hora dos veces al año, una vez en marzo y otra en octubre. Esta tradición, que se remonta a 1918 durante la Primera Guerra Mundial, busca reducir la demanda de energía en el consumo de luces. Sin embargo, según algunos expertos, este ahorro es irrisorio.
En España, como en el resto de países europeos, existe la obligación de cambiar la hora dos veces todos los años debido a la Directiva Europea de Cambio de Hora 2000/84/CE. Esta directiva tiene como objetivo reducir el consumo de energía y promover la sostenibilidad.
Sin embargo, según una investigación del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), el ahorro energético es muy limitado. En 2025, los hogares pueden ahorrar unos seis euros anuales por hora. Esto se debe en gran medida a los avances tecnológicos que han reducido la eficiencia energética, como las luces LED.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha anunciado que España propone acabar con el cambio de hora en Europa en 2026. Según él, "ya no supone un ahorro energético", lo que refleja la realidad actual: el consumo de energía sigue siendo elevado.
En cuanto al impacto del cambio horario en la sociedad, algunos estudios sugieren que puede afectar negativamente el sueño y el bienestar. Además, los expertos advierten que no hay certeza de que se obtengan beneficios económicos significativos, especialmente cuando se trata de la calefacción.
En resumen, aunque el cambio horario en invierno sigue siendo una costumbre tradicional, su utilidad y eficacia son cada vez más cuestionadas. Es hora de replantear esta práctica y buscar soluciones más efectivas para reducir el consumo de energía y promover la sostenibilidad en nuestra sociedad.
La semana que acaba de pasar ha significado el inicio de nuestro nuevo año, marcando la transición desde el verano al invierno. Para ello, los relojes deben cambiar de hora dos veces al año, una vez en marzo y otra en octubre. Esta tradición, que se remonta a 1918 durante la Primera Guerra Mundial, busca reducir la demanda de energía en el consumo de luces. Sin embargo, según algunos expertos, este ahorro es irrisorio.
En España, como en el resto de países europeos, existe la obligación de cambiar la hora dos veces todos los años debido a la Directiva Europea de Cambio de Hora 2000/84/CE. Esta directiva tiene como objetivo reducir el consumo de energía y promover la sostenibilidad.
Sin embargo, según una investigación del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), el ahorro energético es muy limitado. En 2025, los hogares pueden ahorrar unos seis euros anuales por hora. Esto se debe en gran medida a los avances tecnológicos que han reducido la eficiencia energética, como las luces LED.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha anunciado que España propone acabar con el cambio de hora en Europa en 2026. Según él, "ya no supone un ahorro energético", lo que refleja la realidad actual: el consumo de energía sigue siendo elevado.
En cuanto al impacto del cambio horario en la sociedad, algunos estudios sugieren que puede afectar negativamente el sueño y el bienestar. Además, los expertos advierten que no hay certeza de que se obtengan beneficios económicos significativos, especialmente cuando se trata de la calefacción.
En resumen, aunque el cambio horario en invierno sigue siendo una costumbre tradicional, su utilidad y eficacia son cada vez más cuestionadas. Es hora de replantear esta práctica y buscar soluciones más efectivas para reducir el consumo de energía y promover la sostenibilidad en nuestra sociedad.