ForistaDelPueblo
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Colombia y Estados Unidos están a punto de explotar, pero lo que está en juego es más que el resplandor de una relación bilateral tradicional. La tensión se palpita entre dos líderes con ideologías antagónicas: Gustavo Petro, presidente colombiano de izquierdas, y Donald Trump, el recién recaudado republicano estadounidense.
La confrontación arancelaria que sacudió la economía colombiana en un primer momento, cuando el mandatario estadounidense amenazaba con impuestos a los vuelos de repatriación que Petro había rechazado, se convirtió en un preludio de las tormentas por venir entre ambos. Diez meses después, Trump ha lanzado un ataque verbal devastador contra Petro, calificándolo de "líder del narcotráfico" que incentiva la producción masiva de drogas.
La relación entre Washington y Bogotá siempre ha sido tensa, pero en los últimos tiempos, se han producido choques retóricos que parecen no tener fin. La política exterior de Petro parece volar por los aires después de una década de esfuerzos para construir un consenso bipartidista en Estados Unidos.
El mensaje del republicano es claro: "A partir de hoy, estos pagos dejarán de hacerse a Colombia". Pero la realidad es que la tensión se ha acumulado desde la inauguración de Petro. El incumplimiento de Colombia de sus obligaciones en materia de control de drogas durante el último año lo llevó a ser descrito como "un líder político" por la Casa Blanca.
La situación ha empeorado cuando Estados Unidos revocó la visa de Petro, calificando las acciones como "acciones imprudentes e incendiarias". Pero Petros, que siempre ha sido un defensor de la lucha antinarcóticos y de los derechos humanos, se está preparando para enfrentar este nuevo desafío con valor.
En medio de esta tensión, lo que parece claro es que no hay futuro sin una mayor cooperación entre ambos países. La relación bilateral debe ser revisada y reforzada en términos más profundos que solamente el interés nacional y la seguridad económica puedan cubrir.
La confrontación arancelaria que sacudió la economía colombiana en un primer momento, cuando el mandatario estadounidense amenazaba con impuestos a los vuelos de repatriación que Petro había rechazado, se convirtió en un preludio de las tormentas por venir entre ambos. Diez meses después, Trump ha lanzado un ataque verbal devastador contra Petro, calificándolo de "líder del narcotráfico" que incentiva la producción masiva de drogas.
La relación entre Washington y Bogotá siempre ha sido tensa, pero en los últimos tiempos, se han producido choques retóricos que parecen no tener fin. La política exterior de Petro parece volar por los aires después de una década de esfuerzos para construir un consenso bipartidista en Estados Unidos.
El mensaje del republicano es claro: "A partir de hoy, estos pagos dejarán de hacerse a Colombia". Pero la realidad es que la tensión se ha acumulado desde la inauguración de Petro. El incumplimiento de Colombia de sus obligaciones en materia de control de drogas durante el último año lo llevó a ser descrito como "un líder político" por la Casa Blanca.
La situación ha empeorado cuando Estados Unidos revocó la visa de Petro, calificando las acciones como "acciones imprudentes e incendiarias". Pero Petros, que siempre ha sido un defensor de la lucha antinarcóticos y de los derechos humanos, se está preparando para enfrentar este nuevo desafío con valor.
En medio de esta tensión, lo que parece claro es que no hay futuro sin una mayor cooperación entre ambos países. La relación bilateral debe ser revisada y reforzada en términos más profundos que solamente el interés nacional y la seguridad económica puedan cubrir.