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Las cuotas de los autónomos: una brecha cada vez más grande
La diferencia entre autónomos y asalariados se refleja en la libertad que tienen estos últimos para elegir su cotización. Mientras que los trabajadores dependientes no pueden escapar del molde, sus contrapartes independientes sí lo pueden. Sin embargo, la mayoría de ellos siguen pagando la cuota mínima, sin aprovechar las ventajas de pagar más.
Este comportamiento tiene consecuencias deseadas: autónomos jubilados con pensiones anémicas y un déficit sistémico que pone en riesgo el futuro de la Seguridad Social. La cuota mínima, que era igual para todos hasta hace tres años, ha sido eliminada, pero su impacto sigue siendo visible.
Hay dos motivos por los que se mantiene este déficit. En primer lugar, hay autónomos que aprovechan la solidaridad del sistema y pagando la mínima pueden disfrutar de una pensión mínima sin tener que aportar demasiado. Por otro lado, hay quienes ajustan su cuota según sus objetivos de jubilación, buscando obtener la mayor rentabilidad posible con el menor costo.
Esto es un ejemplo más de cómo las normas del sistema benefician a unos por detrimento de otros. Los autónomos que pagan más se ven recompensados con una pensión más generosa, mientras que aquellos que no lo hacen se ven penalizados con una jubilación anémica. La brecha entre estos dos grupos es cada vez más grande y requiere una revisión de las normas actuales para evitar un sistema que pone en riesgo la estabilidad financiera de la Seguridad Social.
La diferencia entre autónomos y asalariados se refleja en la libertad que tienen estos últimos para elegir su cotización. Mientras que los trabajadores dependientes no pueden escapar del molde, sus contrapartes independientes sí lo pueden. Sin embargo, la mayoría de ellos siguen pagando la cuota mínima, sin aprovechar las ventajas de pagar más.
Este comportamiento tiene consecuencias deseadas: autónomos jubilados con pensiones anémicas y un déficit sistémico que pone en riesgo el futuro de la Seguridad Social. La cuota mínima, que era igual para todos hasta hace tres años, ha sido eliminada, pero su impacto sigue siendo visible.
Hay dos motivos por los que se mantiene este déficit. En primer lugar, hay autónomos que aprovechan la solidaridad del sistema y pagando la mínima pueden disfrutar de una pensión mínima sin tener que aportar demasiado. Por otro lado, hay quienes ajustan su cuota según sus objetivos de jubilación, buscando obtener la mayor rentabilidad posible con el menor costo.
Esto es un ejemplo más de cómo las normas del sistema benefician a unos por detrimento de otros. Los autónomos que pagan más se ven recompensados con una pensión más generosa, mientras que aquellos que no lo hacen se ven penalizados con una jubilación anémica. La brecha entre estos dos grupos es cada vez más grande y requiere una revisión de las normas actuales para evitar un sistema que pone en riesgo la estabilidad financiera de la Seguridad Social.