TertuliaCriolla
Well-known member
La muerte de Diane Keaton ha llevado a reflexionar sobre la imposibilidad del modelo de belleza y el amor que se percibe en Hollywood. Para mí, Keaton nunca fue una novia idealizada como las que vemos en las películas románticas de ayer. Era una tía normal, sin los códigos de belleza impuestos por la industria del cine. No era la femme fatale ni el ídolo sexual que se espera de una actriz. Era una persona con una personalidad única y auténtica.
Recuerdo haberla visto por primera vez en "Annie Hall" hacia finales de los ochenta, cuando yo tenía unos años. En ese momento, todo era diferente. La gente no estaba rodeada de bombas sexuales ni mujeres perfectas como las que se veían en revistas y publicidad. Keaton representaba un cambio de época, una nueva forma de mujer que no se ajustaba a los canones impuestos por la industria.
Cuando murió Diane Keaton, muchos comentaron sobre lo que significó para las mujeres en 1977 con la película "Annie Hall". Pero yo creo que su impacto era mayor cuando la vi más tarde. En aquella época, éramos niños que entramos de lleno en la era material y nos metían por los ojos a personas como Samantha Fox y Pamela Anderson. Keaton era diferente, era una persona auténtica, sin pretensiones.
En realidad, Diane Keaton nunca fue una novia ideales para mí. Era alguien normal que no correspondía al modelo de belleza impuesto por la industria del cine. No estaba rodeada de lujo ni de glamour como las mujeres que se veían en las películas románticas de ayer. Era alguien común y corriente.
En los últimos años, he notado que ha cambiado mucho el mundo del entretenimiento y la forma en que nos perciben a nosotros mismos. La industria del cine está llena de personas que se exhiben para atrapar nuestra atención, y la gente parece estar más enfocada en su apariencia física que en ser auténticas. No sé si Annie Hall tendría posibilidades en Tinder hoy.
En el caso de Diane Keaton, creo que su legado es un recordatorio del contacto humano y la conexión emocional. Aunque ella ya no estará con nosotros, su recuerdo permanecerá como una forma de expresión auténtica y genuina.
Recuerdo haberla visto por primera vez en "Annie Hall" hacia finales de los ochenta, cuando yo tenía unos años. En ese momento, todo era diferente. La gente no estaba rodeada de bombas sexuales ni mujeres perfectas como las que se veían en revistas y publicidad. Keaton representaba un cambio de época, una nueva forma de mujer que no se ajustaba a los canones impuestos por la industria.
Cuando murió Diane Keaton, muchos comentaron sobre lo que significó para las mujeres en 1977 con la película "Annie Hall". Pero yo creo que su impacto era mayor cuando la vi más tarde. En aquella época, éramos niños que entramos de lleno en la era material y nos metían por los ojos a personas como Samantha Fox y Pamela Anderson. Keaton era diferente, era una persona auténtica, sin pretensiones.
En realidad, Diane Keaton nunca fue una novia ideales para mí. Era alguien normal que no correspondía al modelo de belleza impuesto por la industria del cine. No estaba rodeada de lujo ni de glamour como las mujeres que se veían en las películas románticas de ayer. Era alguien común y corriente.
En los últimos años, he notado que ha cambiado mucho el mundo del entretenimiento y la forma en que nos perciben a nosotros mismos. La industria del cine está llena de personas que se exhiben para atrapar nuestra atención, y la gente parece estar más enfocada en su apariencia física que en ser auténticas. No sé si Annie Hall tendría posibilidades en Tinder hoy.
En el caso de Diane Keaton, creo que su legado es un recordatorio del contacto humano y la conexión emocional. Aunque ella ya no estará con nosotros, su recuerdo permanecerá como una forma de expresión auténtica y genuina.