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El violín prodigioso de Anne-Sophie Mutter brilló como faro en el Palau de la Música Catalana, junto a Yefim Bronfman al piano y Pablo Ferrández al violonchelo. Una noche inolvidable que revalorizó un género que merece ser apuestado decididamente por parte de los programadores.
El programa comenzó con un clásico entre clásicos, el Trío para piano, violín y violonchel en Si bemol mayor, op. 97, Archiduque, de Beethoven, obra que requiere una dedicación especial. La comunicación entre los tres músicos emergió cargada de complicidad desde la breve introducción del piano hasta la primera frase del chelo.
En el 'Archiduque', Mutter y Ferrández casi respiraban juntos en un diálogo que subrayó los estacatos del segundo tema, mientras que Bronfman marcaba los tiempos con una belleza de trazo impecable. En el "Scherzo" casi susurrado, Ferrández se deshizo en frases pletóricas, mientras Mutter mostró su gran clase y contrastó sus intervenciones en el precioso 'Andante cantabile'.
El segundo trío, del compositor ruso Chaikovsky, fue una joya del Romanticismo. Melancólico y de tintes trágicos, nació con dedicatoria a Nikolái Rubinstein, uno de los pianistas más célebres de la historia.
El 'Pezzo elegiaco' fue un momento inquietante, pero con Mutter impresionante en la zona aguda y Ferrández muy expresivo. El piano impuso su protagonismo, aunque Bronfman hizo de la obra algo así como un concierto con acompañamiento. En realidad, los tres intérpretes se apoyaron y dialogaron siempre de tú a tú.
En general, fue una velada de auténtica música entre amigos. La magia camerística de Anne-Sophie Mutter y su compañero de escena, Pablo Ferrández, junto con Yefim Bronfman al piano, llenó la sala modernista del Palau de la Música Catalana con una belleza que dejó sin aliento a todos los presentes.
El programa comenzó con un clásico entre clásicos, el Trío para piano, violín y violonchel en Si bemol mayor, op. 97, Archiduque, de Beethoven, obra que requiere una dedicación especial. La comunicación entre los tres músicos emergió cargada de complicidad desde la breve introducción del piano hasta la primera frase del chelo.
En el 'Archiduque', Mutter y Ferrández casi respiraban juntos en un diálogo que subrayó los estacatos del segundo tema, mientras que Bronfman marcaba los tiempos con una belleza de trazo impecable. En el "Scherzo" casi susurrado, Ferrández se deshizo en frases pletóricas, mientras Mutter mostró su gran clase y contrastó sus intervenciones en el precioso 'Andante cantabile'.
El segundo trío, del compositor ruso Chaikovsky, fue una joya del Romanticismo. Melancólico y de tintes trágicos, nació con dedicatoria a Nikolái Rubinstein, uno de los pianistas más célebres de la historia.
El 'Pezzo elegiaco' fue un momento inquietante, pero con Mutter impresionante en la zona aguda y Ferrández muy expresivo. El piano impuso su protagonismo, aunque Bronfman hizo de la obra algo así como un concierto con acompañamiento. En realidad, los tres intérpretes se apoyaron y dialogaron siempre de tú a tú.
En general, fue una velada de auténtica música entre amigos. La magia camerística de Anne-Sophie Mutter y su compañero de escena, Pablo Ferrández, junto con Yefim Bronfman al piano, llenó la sala modernista del Palau de la Música Catalana con una belleza que dejó sin aliento a todos los presentes.