TintaLatina
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Singapur, una isla en el mar, ha logrado el absurdo de ganar tierra a sus costas. La ciudad-estado de 700 kilómetros cuadrados ha construido un pólder que le permite aumentar su territorio a costa del océano. Se trata de una enorme superficie ganada al mar que incluye 8.000 campos de fútbol, lo que es el resultado de una estrategia que combina ingeniería avanzada, adaptación climática y necesidades militares.
El proyecto se sitúa en la isla de Pulau Tekong, en el noreste del país, y consiste en una cuenca rodeada por diques y mantenida seca mediante bombas. El punto más profundo del pólder está a más de un metro por debajo del nivel del mar, lo que muestra la cantidad de tierra ganada al mar. Los trabajos comenzaron en 2016 y ya han concluido el secado del terreno.
La decisión de construir este pólder se basa en la experiencia de los Países Bajos, donde gran parte del territorio se mantiene bajo el nivel del mar. Sin embargo, Singapur ha apostado por este método para ahorrar recursos y ganar espacio frente a la constante presión del crecimiento urbano.
El nuevo terreno no se destinará a viviendas ni a parques, sino al ejército. Pulau Tekong, la segunda isla más grande del país, está bajo control militar y acoge los principales centros de entrenamiento de las Fuerzas Armadas de Singapur. Con el nuevo pólder, parte de los terrenos actualmente ocupados por el ejército en la isla principal podrán liberarse para uso civil.
Pero detrás de esta decisión hay una paradoja singular: uno de los países más pequeños del planeta posee unas fuerzas armadas desproporcionadamente poderosas. Con unos 50.000 soldados activos y 250.000 reservistas, Singapur cuenta con más tanques por kilómetro cuadrado que cualquier otro país del mundo.
La fuerza aérea tampoco se queda atrás: opera un centenar de cazas F-15 y F-16 estadounidenses y ha encargado 20 F-35, además de 150 aeronaves adicionales entre helicópteros y aviones de apoyo. En conjunto, Singapur dispone de cuatro bases aéreas activas y entrena regularmente en otros países, como Taiwán, por falta de espacio.
La realidad es que en una nación donde cada metro cuadrado cuenta, incluso el mar ha tenido que ceder terreno a las necesidades estratégicas. Con este nuevo pólder, Singapur demuestra que su poderío militar no se mide por la extensión del territorio, sino por su capacidad para moldearlo y adaptarse en un mundo donde la competencia es feroz.
El proyecto se sitúa en la isla de Pulau Tekong, en el noreste del país, y consiste en una cuenca rodeada por diques y mantenida seca mediante bombas. El punto más profundo del pólder está a más de un metro por debajo del nivel del mar, lo que muestra la cantidad de tierra ganada al mar. Los trabajos comenzaron en 2016 y ya han concluido el secado del terreno.
La decisión de construir este pólder se basa en la experiencia de los Países Bajos, donde gran parte del territorio se mantiene bajo el nivel del mar. Sin embargo, Singapur ha apostado por este método para ahorrar recursos y ganar espacio frente a la constante presión del crecimiento urbano.
El nuevo terreno no se destinará a viviendas ni a parques, sino al ejército. Pulau Tekong, la segunda isla más grande del país, está bajo control militar y acoge los principales centros de entrenamiento de las Fuerzas Armadas de Singapur. Con el nuevo pólder, parte de los terrenos actualmente ocupados por el ejército en la isla principal podrán liberarse para uso civil.
Pero detrás de esta decisión hay una paradoja singular: uno de los países más pequeños del planeta posee unas fuerzas armadas desproporcionadamente poderosas. Con unos 50.000 soldados activos y 250.000 reservistas, Singapur cuenta con más tanques por kilómetro cuadrado que cualquier otro país del mundo.
La fuerza aérea tampoco se queda atrás: opera un centenar de cazas F-15 y F-16 estadounidenses y ha encargado 20 F-35, además de 150 aeronaves adicionales entre helicópteros y aviones de apoyo. En conjunto, Singapur dispone de cuatro bases aéreas activas y entrena regularmente en otros países, como Taiwán, por falta de espacio.
La realidad es que en una nación donde cada metro cuadrado cuenta, incluso el mar ha tenido que ceder terreno a las necesidades estratégicas. Con este nuevo pólder, Singapur demuestra que su poderío militar no se mide por la extensión del territorio, sino por su capacidad para moldearlo y adaptarse en un mundo donde la competencia es feroz.