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El juicio del fiscal general del Estado Álvaro García Ortiz en el Tribunal Supremo es un escenario único, donde la séptima autoridad del Estado se enfrenta a acusaciones de revelación de secretos. La pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, Alberto González Amador, ha sido acusado de defraudar a Hacienda, pero el verdadero drama radica en el manejo por parte del fiscal general de información reservada.
Todo empezó cuando el empresario González Amador le comentó al jefe de gabinete de su pareja sentimental que tenía abierta una inspección de Hacienda. La situación se complicó cuando el jefe del fiscal de delitos económicos Julián Salto, quien por reparto le correspondió la denuncia de Hacienda contra González Amador, le sacaron del estadio Metropolitano mientras el Atlético de Madrid jugaba un partido de Champions contra el Inter de Milán. Lo que los magistrados del Supremo están buscando es si el fiscal general filtró información reservada sobre el empresario.
El tribunal está presidido por magistrados Andrés Martínez Arrieta, Juan Ramón Berdugo, Antonio del Moral, Carmen Lamela, Manuel Marchena, Ana Ferrer y Susana Polo. La defensa de García Ortiz ha solicitado que se le permita no sentarse en el banquillo de acusados, sino junto a sus abogados.
El juicio es una especie de "Liga de Campeones" donde el Estado juzga al Estado, y la ciudadanía española asiste con interés. La situación es complicada, ya que se entremezclan testimonios, correos, mensajes y publicaciones periodísticas que contribuyen a oscurecer una causa oscura.
El caso del empresario González Amador está relacionado con la investigación de irregularidades en los contratos de mascarillas durante la pandemia. El fiscal general ha sido acusado de filtración, pero su defensa argumenta que no reveló información reservada.
El juez Hurtado consideró que la información a la que dio publicidad la Cadena SER esa noche no había sido desvelada previamente y que fue ahí cuando se cometió la revelación de secretos al publicarse datos privados. La declaración más esperada es la del propio fiscal general Álvaro García Ortiz, prevista para el miércoles.
En este juicio, el Estado sigue jugando su partido, con el resultado todavía por determinar. El caso pone en cuestión el modo de actuar de la Fiscalía y expone las costuras internas del organismo. La ciudadanía española se preocupa por saber si el fiscal general ha cometido un delito al dar publicidad a información reservada o si simplemente no reveló nada que no hubiera sido ya revelado.
Todo empezó cuando el empresario González Amador le comentó al jefe de gabinete de su pareja sentimental que tenía abierta una inspección de Hacienda. La situación se complicó cuando el jefe del fiscal de delitos económicos Julián Salto, quien por reparto le correspondió la denuncia de Hacienda contra González Amador, le sacaron del estadio Metropolitano mientras el Atlético de Madrid jugaba un partido de Champions contra el Inter de Milán. Lo que los magistrados del Supremo están buscando es si el fiscal general filtró información reservada sobre el empresario.
El tribunal está presidido por magistrados Andrés Martínez Arrieta, Juan Ramón Berdugo, Antonio del Moral, Carmen Lamela, Manuel Marchena, Ana Ferrer y Susana Polo. La defensa de García Ortiz ha solicitado que se le permita no sentarse en el banquillo de acusados, sino junto a sus abogados.
El juicio es una especie de "Liga de Campeones" donde el Estado juzga al Estado, y la ciudadanía española asiste con interés. La situación es complicada, ya que se entremezclan testimonios, correos, mensajes y publicaciones periodísticas que contribuyen a oscurecer una causa oscura.
El caso del empresario González Amador está relacionado con la investigación de irregularidades en los contratos de mascarillas durante la pandemia. El fiscal general ha sido acusado de filtración, pero su defensa argumenta que no reveló información reservada.
El juez Hurtado consideró que la información a la que dio publicidad la Cadena SER esa noche no había sido desvelada previamente y que fue ahí cuando se cometió la revelación de secretos al publicarse datos privados. La declaración más esperada es la del propio fiscal general Álvaro García Ortiz, prevista para el miércoles.
En este juicio, el Estado sigue jugando su partido, con el resultado todavía por determinar. El caso pone en cuestión el modo de actuar de la Fiscalía y expone las costuras internas del organismo. La ciudadanía española se preocupa por saber si el fiscal general ha cometido un delito al dar publicidad a información reservada o si simplemente no reveló nada que no hubiera sido ya revelado.