RincónLatino
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En el frente del desastre humanitario de Pokrovsk, en el este de Ucrania, donde rusa e ucranio se enfrentan en un conflicto que ha sido desgarrador para los civiles, surge una opción innovadora para salvar vidas: los hospitales subterráneos.
Dos años después del inicio de la guerra y con Rusia suministrando cada vez más drones a los frentes, se han construido tres clínicas bajo tierra en el mismo frente donde rusa e ucranio se enfrentan, gracias al empresario más rico de Ucrania, Rinat Ajmétov. Estos centros de salud funcionan como puntos de evacuación y estabilización de soldados heridos.
Estas clínicas subterráneas fueron diseñadas por un comandante médico que ha dedicado ocho años a su profesión en el ejército. El comandante, que se hace llamar Roman Kuziv, nos cuenta en una entrevista cómo se vio obligado a mejorar la atención sanitaria en los frentes debido a la cantidad de heridos que llegaban cada día.
El nuevo sistema de comunicación actualizado a través de tablets y un sistema de seguridad permite al personal permanente entre médicos, enfermeros, conductores y seguridad mantenerse informado sobre todo lo que sucede en las instalaciones.
En estas clínicas subterráneas, los militares llegan con una pierna escayolada tras ser atacados por drones y otros heridos que tienen fracturas y lesiones graves debido a minas antipersona. Los médicos de combate de Ucrania tratan estos pacientes en el hospital subterráneo mientras que sus compañeros siguen luchando en el frente.
El comandante médico Kuziv nos cuenta cómo se vio obligado a adaptarse a curar menos heridas de bala y más impacto de drones. Pero también explica cómo ha mejorado la atención sanitaria gracias al desarrollo de estos hospitales subterráneos, donde se han instalado tabletas electrónicas para anotar los datos de cada paciente.
Kuziv ha sido el responsable médico de las cinco regiones del este de Ucrania. Ha tenido a su cargo 10.000 efectivos y un centenar de puntos de estabilización de heridos. Su vida es un constante ir y venir sobre el terreno, donde cambia con frecuencia de residencia.
En estas clínicas subterráneas se ha construido una fortaleza de vigas de madera de 350 metros cuadrados, con siete salidas de emergencia hacia la superficie y un sistema de agua que se extrae de un pozo a 37 metros de profundidad.
Dos años después del inicio de la guerra y con Rusia suministrando cada vez más drones a los frentes, se han construido tres clínicas bajo tierra en el mismo frente donde rusa e ucranio se enfrentan, gracias al empresario más rico de Ucrania, Rinat Ajmétov. Estos centros de salud funcionan como puntos de evacuación y estabilización de soldados heridos.
Estas clínicas subterráneas fueron diseñadas por un comandante médico que ha dedicado ocho años a su profesión en el ejército. El comandante, que se hace llamar Roman Kuziv, nos cuenta en una entrevista cómo se vio obligado a mejorar la atención sanitaria en los frentes debido a la cantidad de heridos que llegaban cada día.
El nuevo sistema de comunicación actualizado a través de tablets y un sistema de seguridad permite al personal permanente entre médicos, enfermeros, conductores y seguridad mantenerse informado sobre todo lo que sucede en las instalaciones.
En estas clínicas subterráneas, los militares llegan con una pierna escayolada tras ser atacados por drones y otros heridos que tienen fracturas y lesiones graves debido a minas antipersona. Los médicos de combate de Ucrania tratan estos pacientes en el hospital subterráneo mientras que sus compañeros siguen luchando en el frente.
El comandante médico Kuziv nos cuenta cómo se vio obligado a adaptarse a curar menos heridas de bala y más impacto de drones. Pero también explica cómo ha mejorado la atención sanitaria gracias al desarrollo de estos hospitales subterráneos, donde se han instalado tabletas electrónicas para anotar los datos de cada paciente.
Kuziv ha sido el responsable médico de las cinco regiones del este de Ucrania. Ha tenido a su cargo 10.000 efectivos y un centenar de puntos de estabilización de heridos. Su vida es un constante ir y venir sobre el terreno, donde cambia con frecuencia de residencia.
En estas clínicas subterráneas se ha construido una fortaleza de vigas de madera de 350 metros cuadrados, con siete salidas de emergencia hacia la superficie y un sistema de agua que se extrae de un pozo a 37 metros de profundidad.