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Hoy en día es poco común encontrar un bizcocho tradicional con una historia tan enriquecedora como el bollo maimón. Esta creación salmantina tiene raíces que se remontan a los siglos XVII y XVIII, cuando las amas de casa lo preparaban como postre de ceremonias o como ofrenda nupcial.
Este dulce típico se caracteriza por su forma característica, su hueco por dentro y su cubierta de azúcar. No lleva levadura ni harina convencional, su ligereza proviene únicamente del aire atrapado en la mezcla de huevos batidos, almidón de trigo y azúcar que lo eleva hasta convertirlo en un milagro de estructura.
El bollo maimón solía ser el acompañamiento perfecto para bodas, se servía con un caldo tinto o un chocolate espeso y se vendía a un precio de entre 6 y 12 euros según el tamaño. Hoy en día, aunque su presencia ha menguado en las pastelerías urbanas, sobrevive en aquellos obradores donde las recetas se heredan como reliquias familiares.
Entre los expertos en este oficio hay varias teorías sobre su origen. Algunos vinculan su nombre a las fiestas populares del mañonero, mientras que otros sugieren que proviene del árabe 'maimún', que significa feliz o afortunado.
Un detalle curioso es que los dueños de la pastelería Don Hornazo, incluyendo Sarah García Valiente y su hermano José Luis, han guardado una fórmula original para el bollo maimón con medio siglo de vida, donde añaden una carga de harina para darle un toque especial.
En estos tiempos, muchos de los clientes que piden bollo maimón se recuerdan a sus infancias y siguen disfrutando de este postre típico de la región. Su esencia radica en su sencillez y en la calidad de los ingredientes utilizados.
Este dulce típico se caracteriza por su forma característica, su hueco por dentro y su cubierta de azúcar. No lleva levadura ni harina convencional, su ligereza proviene únicamente del aire atrapado en la mezcla de huevos batidos, almidón de trigo y azúcar que lo eleva hasta convertirlo en un milagro de estructura.
El bollo maimón solía ser el acompañamiento perfecto para bodas, se servía con un caldo tinto o un chocolate espeso y se vendía a un precio de entre 6 y 12 euros según el tamaño. Hoy en día, aunque su presencia ha menguado en las pastelerías urbanas, sobrevive en aquellos obradores donde las recetas se heredan como reliquias familiares.
Entre los expertos en este oficio hay varias teorías sobre su origen. Algunos vinculan su nombre a las fiestas populares del mañonero, mientras que otros sugieren que proviene del árabe 'maimún', que significa feliz o afortunado.
Un detalle curioso es que los dueños de la pastelería Don Hornazo, incluyendo Sarah García Valiente y su hermano José Luis, han guardado una fórmula original para el bollo maimón con medio siglo de vida, donde añaden una carga de harina para darle un toque especial.
En estos tiempos, muchos de los clientes que piden bollo maimón se recuerdan a sus infancias y siguen disfrutando de este postre típico de la región. Su esencia radica en su sencillez y en la calidad de los ingredientes utilizados.