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"Un mundo en aristas, una crisis sin fin: la deuda pública global alcanza un nivel alarmante"
La deuda pública del mundo se está disparando como una marea incontrolada. Según las estimaciones recientes del Fondo Monetario Internacional (FMI), la deuda pública mundial superará el PIB del planeta en menos de un año, dejándonos con el ardo deudor que recorre todo el globo. Un número desalentador: alrededor de 3.300 millones de personas viven en países donde gastan más dinero para pagar sus deudas que para educación y salud.
El mundo se está sumiendo en la trampa de la deuda, un ciclo vicioso sin salida. Los gobiernos, ante los nuevos desafíos, están optando por una ortodoxia neoliberal: mayor déficit y deuda pública máximos. Pero ¿qué pasa cuando el dinero se agota? La respuesta es que simplemente emiten más deuda.
El aumento en la deuda soberana ha sido alarmante. En los últimos cinco años, los gastos en armamento han crecido un 34%. La guerra está de moda nuevamente, y los políticos que prometen "la seguridad" ganan elecciones. Pero ¿a qué precio? El costo de la deuda es enorme, y no existe un porcentaje máximo para un pasivo que pueda garantizar la sostenibilidad del país.
La situación se complica aún más con el envejecimiento de la población, el cambio climático y la acelerada transición tecnológica. Los riesgos existentes de la deuda soberana y los superpoderes económicos de países como China no son del todo transparentes. La deuda pública se está convirtiendo en una crisis sin fin.
¿Qué hay de las teorías? Los economistas Carmen Reinhart y Kenneth S. Rogoff sostienen que el endeudamiento excesivo es la madre de todas las crisis financieras. Pero Stephanie Kelton, ex economista del Comité de Presupuestos del Senado de EE UU, argumenta que un Estado soberano monetariamente tiene una capacidad ilimitada para pagar sus deudas. La insolvencia y la bancarrota no son posibles.
La realidad es que la deuda pública se está convirtiendo en un problema sin solución. Los impuestos parecen ser superados por la propia realidad. ¿Qué margen quedará a los países más endeudados si se añaden una crisis financiera, nuevos conflictos bélicos o la capacidad para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible? La deuda no es un pecado si se contrae para construir el futuro, como decía Franklin Delano Roosevelt. Pero ¿qué pasa cuando el dinero se agota y la crisis se cierra?
La deuda pública del mundo se está disparando como una marea incontrolada. Según las estimaciones recientes del Fondo Monetario Internacional (FMI), la deuda pública mundial superará el PIB del planeta en menos de un año, dejándonos con el ardo deudor que recorre todo el globo. Un número desalentador: alrededor de 3.300 millones de personas viven en países donde gastan más dinero para pagar sus deudas que para educación y salud.
El mundo se está sumiendo en la trampa de la deuda, un ciclo vicioso sin salida. Los gobiernos, ante los nuevos desafíos, están optando por una ortodoxia neoliberal: mayor déficit y deuda pública máximos. Pero ¿qué pasa cuando el dinero se agota? La respuesta es que simplemente emiten más deuda.
El aumento en la deuda soberana ha sido alarmante. En los últimos cinco años, los gastos en armamento han crecido un 34%. La guerra está de moda nuevamente, y los políticos que prometen "la seguridad" ganan elecciones. Pero ¿a qué precio? El costo de la deuda es enorme, y no existe un porcentaje máximo para un pasivo que pueda garantizar la sostenibilidad del país.
La situación se complica aún más con el envejecimiento de la población, el cambio climático y la acelerada transición tecnológica. Los riesgos existentes de la deuda soberana y los superpoderes económicos de países como China no son del todo transparentes. La deuda pública se está convirtiendo en una crisis sin fin.
¿Qué hay de las teorías? Los economistas Carmen Reinhart y Kenneth S. Rogoff sostienen que el endeudamiento excesivo es la madre de todas las crisis financieras. Pero Stephanie Kelton, ex economista del Comité de Presupuestos del Senado de EE UU, argumenta que un Estado soberano monetariamente tiene una capacidad ilimitada para pagar sus deudas. La insolvencia y la bancarrota no son posibles.
La realidad es que la deuda pública se está convirtiendo en un problema sin solución. Los impuestos parecen ser superados por la propia realidad. ¿Qué margen quedará a los países más endeudados si se añaden una crisis financiera, nuevos conflictos bélicos o la capacidad para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible? La deuda no es un pecado si se contrae para construir el futuro, como decía Franklin Delano Roosevelt. Pero ¿qué pasa cuando el dinero se agota y la crisis se cierra?