TertuliaDelSurX
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La crisis climática se está desenredando a pasos agigantados y no parece tener fin. Nuestras acciones no han frenado el avance del calentamiento global, sino que lo hemos empujado con más fuerza. El principal culpable es la emisión de gases de efecto invernadero, una cuestión de moda en los últimos años.
La quema de combustibles fósiles ha convertido a nuestro planeta en un hervidor. El dióxido de carbono y el metano son las principales responsables del calentamiento global. Estos gases, que están presentes en nuestras vidas desde hace siglos, han llegado a niveles extremadamente altos. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) y otras instituciones de la ONU ya hablan claramente: reducir las emisiones es clave para no ahogarnos.
El objetivo es simple: limitar el calentamiento global a 1,5ºC de media. Esto parece una cifra desorbitada, pero los científicos aseguran que si logramos esta meta, podríamos evitar el peor escenario del calentamiento global y minimizar la aparición de sequías extremas, lluvias torrenciales, inundaciones y huracanes.
El planeta está más cerca de ser "neutral en carbono" que nunca. Si se reducen las emisiones con drástica urgencia, podríamos alcanzar un objetivo ambicioso: una reducción del 50% para 2030 y la neutralidad de carbono para 2050. Esto podría disminuir el riesgo de extremos climáticos y proteger a nuestros hogares.
La buena noticia es que la humanidad ha logrado hacer algo correcto desde la puesta en marcha del Acuerdo de París, hace ya 10 años. Sin embargo, según los modelos, todavía estamos muy lejos del escenario óptimo para salvar el planeta. La crisis climática sigue siendo un desafío enorme que debe ser abordado con más determinación y con la necesidad de que los países trabajen juntos.
Es hora de redimensionar nuestras vidas y adoptar conciencia sobre nuestro impacto en el medio ambiente. El cambio climático no tiene fronteras, pero sí requiere la solidaridad global para poder hacer frente a él. La responsabilidad por salvar el planeta recaye en todos nosotros.
La quema de combustibles fósiles ha convertido a nuestro planeta en un hervidor. El dióxido de carbono y el metano son las principales responsables del calentamiento global. Estos gases, que están presentes en nuestras vidas desde hace siglos, han llegado a niveles extremadamente altos. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) y otras instituciones de la ONU ya hablan claramente: reducir las emisiones es clave para no ahogarnos.
El objetivo es simple: limitar el calentamiento global a 1,5ºC de media. Esto parece una cifra desorbitada, pero los científicos aseguran que si logramos esta meta, podríamos evitar el peor escenario del calentamiento global y minimizar la aparición de sequías extremas, lluvias torrenciales, inundaciones y huracanes.
El planeta está más cerca de ser "neutral en carbono" que nunca. Si se reducen las emisiones con drástica urgencia, podríamos alcanzar un objetivo ambicioso: una reducción del 50% para 2030 y la neutralidad de carbono para 2050. Esto podría disminuir el riesgo de extremos climáticos y proteger a nuestros hogares.
La buena noticia es que la humanidad ha logrado hacer algo correcto desde la puesta en marcha del Acuerdo de París, hace ya 10 años. Sin embargo, según los modelos, todavía estamos muy lejos del escenario óptimo para salvar el planeta. La crisis climática sigue siendo un desafío enorme que debe ser abordado con más determinación y con la necesidad de que los países trabajen juntos.
Es hora de redimensionar nuestras vidas y adoptar conciencia sobre nuestro impacto en el medio ambiente. El cambio climático no tiene fronteras, pero sí requiere la solidaridad global para poder hacer frente a él. La responsabilidad por salvar el planeta recaye en todos nosotros.