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Todo empieza con una charla inocente: así se disfrazan las conversaciones que pueden acabar en ciberestafa.
La ingeniería social es un método sofisticado y efectivo que utilizan los ciberdelincuentes para convencer a las víctimas de interactuar con contenido malicioso. No siempre hay un enlace o archivo malicioso, solo el texto puede ser peligroso: una frase o unos párrafos sin más pueden ser un supuesto para instalar malware o phishing.
Los ciberdelincuentes se ponen creativos y dedican esfuerzos a conseguir señuelos efectivos. Les gusta hacer que las conversaciones parezcan convincentes, hasta el punto de distorsionar la juiciosa de alguien que trabaja en una empresa. El objetivo es establecer confianza con la víctima y, una vez eso se logre, pueden pedirle que haga algo que pueda llevar a una pérdida monetaria.
Estafas como la de supuesto interés romántico con pérdidas monetarias son problemas humanos que requieren atención especial. Los ciberdelincuentes aprovechan la vulnerabilidad de las personas para convencerlas de enviar dinero o datos personales.
La tecnología ha evolucionado enormemente, pero las buenas prácticas siguen siendo las mismas: vigilancia y concienciación del usuario son las mejores defensas. Aunque los ciberdelincuentes pueden usar herramientas avanzadas para engañar a las víctimas, la clave es estar atento y no dejar que el teléfono deje pasar.
Es importante saber cómo distinguir entre comunicaciones legítimas y fraudulentas. Si alguien quiere comunicarse, debe enviar primero un mensaje o correo electrónico para avisar que va a llamar. Y aunque la mayoría de las conversaciones benignas se usan para fraudes de pagos anticipados, en solicitudes de presupuestos o ataques de phishing de voz combinados con correos electrónicos, también hay algunas cuyo objetivo es entregar malware, robar credenciales y realizar ciberespionaje.
Las campañas APT, que son agentes patrocinados por estados, son especialmente características. Dirigirse a un volumen menor de objetivos y estar fuertemente adaptadas para engañar a las víctimas. La dinámica suele seguirse suplantar la identidad de un periodista interesado en hablar con alguien experto y de autoridad en un tema de diplomacia o política, y hacer que finalmente responda a ello.
En última instancia, es importante estar atento y no dejar pasar el teléfono. La vigilancia y la concienciación del usuario son las mejores defensas contra las estafas cibernéticas.
La ingeniería social es un método sofisticado y efectivo que utilizan los ciberdelincuentes para convencer a las víctimas de interactuar con contenido malicioso. No siempre hay un enlace o archivo malicioso, solo el texto puede ser peligroso: una frase o unos párrafos sin más pueden ser un supuesto para instalar malware o phishing.
Los ciberdelincuentes se ponen creativos y dedican esfuerzos a conseguir señuelos efectivos. Les gusta hacer que las conversaciones parezcan convincentes, hasta el punto de distorsionar la juiciosa de alguien que trabaja en una empresa. El objetivo es establecer confianza con la víctima y, una vez eso se logre, pueden pedirle que haga algo que pueda llevar a una pérdida monetaria.
Estafas como la de supuesto interés romántico con pérdidas monetarias son problemas humanos que requieren atención especial. Los ciberdelincuentes aprovechan la vulnerabilidad de las personas para convencerlas de enviar dinero o datos personales.
La tecnología ha evolucionado enormemente, pero las buenas prácticas siguen siendo las mismas: vigilancia y concienciación del usuario son las mejores defensas. Aunque los ciberdelincuentes pueden usar herramientas avanzadas para engañar a las víctimas, la clave es estar atento y no dejar que el teléfono deje pasar.
Es importante saber cómo distinguir entre comunicaciones legítimas y fraudulentas. Si alguien quiere comunicarse, debe enviar primero un mensaje o correo electrónico para avisar que va a llamar. Y aunque la mayoría de las conversaciones benignas se usan para fraudes de pagos anticipados, en solicitudes de presupuestos o ataques de phishing de voz combinados con correos electrónicos, también hay algunas cuyo objetivo es entregar malware, robar credenciales y realizar ciberespionaje.
Las campañas APT, que son agentes patrocinados por estados, son especialmente características. Dirigirse a un volumen menor de objetivos y estar fuertemente adaptadas para engañar a las víctimas. La dinámica suele seguirse suplantar la identidad de un periodista interesado en hablar con alguien experto y de autoridad en un tema de diplomacia o política, y hacer que finalmente responda a ello.
En última instancia, es importante estar atento y no dejar pasar el teléfono. La vigilancia y la concienciación del usuario son las mejores defensas contra las estafas cibernéticas.