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Mariama se vio obligada a vivir una vida llena de humillaciones y abusos en Guinea, donde su familia quería imponerle los roles de género. Su infancia estuvo marcada por el machismo, que le hizo sentirse juzgada y rechazada.
Después de dejar la escuela, Mariama se marchó a Conakry, la capital, para aprender costura, pero allí su tío, quien había estado abusándola desde su infancia, la amenazaba con matarla si hablaba. En una ocasión, le quitó a su hija para castigarla por ser "una bastarda" y practicarle la mutilación genital.
Para proteger a su hija y ella misma, Mariama se vio obligada a cruzar fronteras. Llegó a Mauritania, donde la realidad que le esperaba no era mucho mejor, pero desde allí logró salir en un cayuco hacia Europa. En una de sus partidas para ganar algo de dinero, una mujer conocida le quitó a su hija para castigarla por ser "una bastarda" y practicarle la mutilación genital.
Durante mucho tiempo lloró recordando que fueron su propio país y su familia quienes le obligaron a salir. Desde El Hierro fue derivada a Gran Canaria, donde recibió asistencia psicológica por parte de una asociación. Ahora vive en la Península, ha solicitado protección internacional y entre sus objetivos no solo está trabajar, sino también servir de apoyo a todas las mujeres que hayan pasado por lo mismo que ella.
Para ella, muchas mujeres en Guinea no son educadas para expresar sus voces ni para crecer académicamente. "Las mujeres se casan a una edad baja, su vida está completamente controlada por sus maridos y yo no quiero que mi hija sea una esclava. Las mujeres son consideradas nada, cero, se espera que permanezcan sin voz. Así siempre nos vamos a quedar atrás," insiste.
Si Mariama puede ayudar a otras mujeres, está a su disposición. Juntas pueden hacer mucho. Muchas mujeres mueren, enferman y pierden la esperanza. Día y noche piensa en cómo estarán las personas que dejó atrás, pero ahora no puede hacer nada más que contar su historia.
Después de dejar la escuela, Mariama se marchó a Conakry, la capital, para aprender costura, pero allí su tío, quien había estado abusándola desde su infancia, la amenazaba con matarla si hablaba. En una ocasión, le quitó a su hija para castigarla por ser "una bastarda" y practicarle la mutilación genital.
Para proteger a su hija y ella misma, Mariama se vio obligada a cruzar fronteras. Llegó a Mauritania, donde la realidad que le esperaba no era mucho mejor, pero desde allí logró salir en un cayuco hacia Europa. En una de sus partidas para ganar algo de dinero, una mujer conocida le quitó a su hija para castigarla por ser "una bastarda" y practicarle la mutilación genital.
Durante mucho tiempo lloró recordando que fueron su propio país y su familia quienes le obligaron a salir. Desde El Hierro fue derivada a Gran Canaria, donde recibió asistencia psicológica por parte de una asociación. Ahora vive en la Península, ha solicitado protección internacional y entre sus objetivos no solo está trabajar, sino también servir de apoyo a todas las mujeres que hayan pasado por lo mismo que ella.
Para ella, muchas mujeres en Guinea no son educadas para expresar sus voces ni para crecer académicamente. "Las mujeres se casan a una edad baja, su vida está completamente controlada por sus maridos y yo no quiero que mi hija sea una esclava. Las mujeres son consideradas nada, cero, se espera que permanezcan sin voz. Así siempre nos vamos a quedar atrás," insiste.
Si Mariama puede ayudar a otras mujeres, está a su disposición. Juntas pueden hacer mucho. Muchas mujeres mueren, enferman y pierden la esperanza. Día y noche piensa en cómo estarán las personas que dejó atrás, pero ahora no puede hacer nada más que contar su historia.