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La dana que arrasó Valencia dejó marcas físicas y emocionales, pero también inspiró a muchos a dejar su huella permanente en la piel. Pascual Julián, tatuador y víctima de la tragedia, ha contado cómo los tatuajes se convirtieron en una forma de "terapia" para curar las cicatrices del pasado.
La palabra "resiliencia" es una de las más populares entre los afectados, un recordatorio constante de que incluso en el dolor y la adversidad, hay fuerza para superar. Pascual asegura que el tatuaje es una cicatriz que cura otra, un símbolo de resistencia y superación. "La resiliencia es lo que te da la fuerza para seguir adelante", destaca.
El tatuador ha visto cómo los clientes, muchos de ellos con raíces en la comunidad, se identifican con las palabras y símbolos que se les piden a tatuar. Un familiar, una palabra escrita en un papel, un garabato o cualquier retrato de animales o personas son solo algunos ejemplos de cómo la dana ha inspirado a los valencianos a dejar su huella en la piel.
Pascual relata que la catástrofe estalló justo cuando su estudio estaba a punto de abrir sus puertas. "Llegó la dana y arrasó todo, arrasó desde paredes, techo hasta todo el equipamiento", recuerda. A pesar de los desafíos, lograron reabrir gracias al apoyo de la comunidad.
El tatuador destaca que cada trabajo es una oportunidad para conectar con las personas y hacer un impacto positivo en sus vidas. "La empatía es lo que hace que este oficio sea tan especial", afirma. Cuando tatúa a alguien, Pascual asegura que la persona cambia, se ve afectada de manera profunda.
En algunos casos, los clientes regresan como amigos y casi familiares. Por ello, Pascual ha establecido un proceso previo para conocer al cliente y entender lo que necesita. "Muchas veces te viene (cliente) con el diseño, pero realmente lo que va a representar es completamente diferente", confiesa.
Estos meses han sido indescriptibles de trabajo y dedicación. Sin embargo, la fuerza de la comunidad ha sido el impulso para seguir adelante. Pascual ha agradecido al "empujón de toda la gente" que los obligó a reabrir desde cero.
En este momento, cuando solo puede ver a algunos de sus clientes y amigos, Pascual recordará el primer tatuaje que se realizó después del desastre. A una amiga le pidió hacerle un tatuaje, pero en lugar de la sorpresa habitual, se convirtieron en dos personas abrazadas y llorando.
La palabra "resiliencia" es una de las más populares entre los afectados, un recordatorio constante de que incluso en el dolor y la adversidad, hay fuerza para superar. Pascual asegura que el tatuaje es una cicatriz que cura otra, un símbolo de resistencia y superación. "La resiliencia es lo que te da la fuerza para seguir adelante", destaca.
El tatuador ha visto cómo los clientes, muchos de ellos con raíces en la comunidad, se identifican con las palabras y símbolos que se les piden a tatuar. Un familiar, una palabra escrita en un papel, un garabato o cualquier retrato de animales o personas son solo algunos ejemplos de cómo la dana ha inspirado a los valencianos a dejar su huella en la piel.
Pascual relata que la catástrofe estalló justo cuando su estudio estaba a punto de abrir sus puertas. "Llegó la dana y arrasó todo, arrasó desde paredes, techo hasta todo el equipamiento", recuerda. A pesar de los desafíos, lograron reabrir gracias al apoyo de la comunidad.
El tatuador destaca que cada trabajo es una oportunidad para conectar con las personas y hacer un impacto positivo en sus vidas. "La empatía es lo que hace que este oficio sea tan especial", afirma. Cuando tatúa a alguien, Pascual asegura que la persona cambia, se ve afectada de manera profunda.
En algunos casos, los clientes regresan como amigos y casi familiares. Por ello, Pascual ha establecido un proceso previo para conocer al cliente y entender lo que necesita. "Muchas veces te viene (cliente) con el diseño, pero realmente lo que va a representar es completamente diferente", confiesa.
Estos meses han sido indescriptibles de trabajo y dedicación. Sin embargo, la fuerza de la comunidad ha sido el impulso para seguir adelante. Pascual ha agradecido al "empujón de toda la gente" que los obligó a reabrir desde cero.
En este momento, cuando solo puede ver a algunos de sus clientes y amigos, Pascual recordará el primer tatuaje que se realizó después del desastre. A una amiga le pidió hacerle un tatuaje, pero en lugar de la sorpresa habitual, se convirtieron en dos personas abrazadas y llorando.