CharlaGlobal
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El gobierno español, liderado por Pedro Sánchez, ha perdido el foco internacional en temas clave como la UE y el conflicto en Gaza, que se han vuelto secundarios frente a otras prioridades políticas. Este cambio en la mirada del bloque europeo se debe en parte a las tensiones con Estados Unidos, cuyo presidente Donald Trump es visto por Sánchez como un "enemigo" político.
En el ámbito de la UE, España ha mantenido una postura firme sobre varios temas, incluyendo la presión sobre Israel para que se mantenga la presión sobre Gaza y se permita la entrada inmediata de ayuda humanitaria. Sin embargo, en otros aspectos, como la Ucrania, España tiene muy poco que decir. El país se ha sumado al programa de la OTAN para comprar armas a EEUU y donarlas a Kiev, pero esta medida ha sonado como una maniobra política para ganar tiempo político tras los choques con la Casa Blanca.
En relación con el acuerdo sobre los activos rusos congelados en la UE, España no alberga ninguno de estos activos y se quedó fuera del grupo de países que reafirmó el hecho de que las negociaciones de paz pueden comenzar en el punto actual de la línea de frente. Además, el país se ha mantenido escéptico sobre la necesidad de gastar un 5% en defensa, cifra que considera razonable.
En otros aspectos, Sánchez busca otros escenarios y aliados, como el Mercosur, lo que podría reactivar su papel como "enlace" entre Europa y América Latina. En este sentido, el presidente del Gobierno trata de sacarse debates de la manga, como el del cambio de hora, pero estos temas siguen siendo polémicos y pueden seguir sin resolver.
En general, España se encuentra en un segundo plano internacional, mientras que otros países europeos como Bélgica, Japón, el Reino Unido y Francia han asumido una mayor carga de responsabilidad en la agenda internacional. El gobierno de Sánchez enfrenta la desafío de recuperar su influencia en el tablero diplomático europeo, pero frente a una escena política cada vez más compleja.
En el ámbito de la UE, España ha mantenido una postura firme sobre varios temas, incluyendo la presión sobre Israel para que se mantenga la presión sobre Gaza y se permita la entrada inmediata de ayuda humanitaria. Sin embargo, en otros aspectos, como la Ucrania, España tiene muy poco que decir. El país se ha sumado al programa de la OTAN para comprar armas a EEUU y donarlas a Kiev, pero esta medida ha sonado como una maniobra política para ganar tiempo político tras los choques con la Casa Blanca.
En relación con el acuerdo sobre los activos rusos congelados en la UE, España no alberga ninguno de estos activos y se quedó fuera del grupo de países que reafirmó el hecho de que las negociaciones de paz pueden comenzar en el punto actual de la línea de frente. Además, el país se ha mantenido escéptico sobre la necesidad de gastar un 5% en defensa, cifra que considera razonable.
En otros aspectos, Sánchez busca otros escenarios y aliados, como el Mercosur, lo que podría reactivar su papel como "enlace" entre Europa y América Latina. En este sentido, el presidente del Gobierno trata de sacarse debates de la manga, como el del cambio de hora, pero estos temas siguen siendo polémicos y pueden seguir sin resolver.
En general, España se encuentra en un segundo plano internacional, mientras que otros países europeos como Bélgica, Japón, el Reino Unido y Francia han asumido una mayor carga de responsabilidad en la agenda internacional. El gobierno de Sánchez enfrenta la desafío de recuperar su influencia en el tablero diplomático europeo, pero frente a una escena política cada vez más compleja.