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"El fin del camello: cómo 96 horas marcaron la caída definitiva de Carlos Mazón"
En un giro inesperado, el presidente valenciano Carlos Mazón ha anunciado su dimisión después de 365 días de huida hacia adelante. La decisión, que algunos consideran un alivio para una sociedad exhausta con su liderazgo, no ha servido para calmar los ánimos de la población, cuya ira hacia él se reflejó en el homenaje a las víctimas de la DANA del 29 de octubre.
La historia del presidente valenciano es una larga noche de deslizamientos y contradicciones. Desde su revelación sobre su decisión de dimitir, tras más de un año de evasión crítica, hasta su final confesión de no poder más, pasando por sus "errores" que considera que habrá de vivir toda su vida, la trayectoria de Mazón ha sido una constante del movimiento hacia atrás.
La última llamada a capítulo con Núñez Feijóo fue el catalizador para su marcha. La decisión se hizo pública minutos después de las 9 de la mañana de este lunes, cuando se dio por hecha la noticia del homenaje de Estado a las víctimas de la DANA. Un mensaje claro y directo que reflejaba la ira popular hacia el líder, cuya cara pese a difuminarse varias filas por detrás de los reyes y Pedro Sánchez era una evidencia del dolor conllevado cada uno de sus insultos.
Mazón parecía querer adelantarse a su comparecencia ante la jueza de Maribel Vilaplana, quien le acompañó a un aparcamiento cercano antes de despedirse. La decisión se hizo pública unos días después, cuando se dieron por hechas las 96 horas que precipitaron su caída definitiva.
La dimisión de Mazón obliga a abrir un nuevo tiempo en la Comunidad Valenciana, que quedará ahora en manos de lo que PP y Vox pacten para evitar ir a elecciones anticipadas. El presidente valenciano seguirá como presidente en funciones hasta que haya relevo, mientras que el Partido Popular y Vox se fijarán la fecha para celebrar el pleno de investidura dentro de los 7 días posteriores.
"Ya no puede más", decía Mazón, refiriéndose a su decisión de dimitir. Su renuncia ha sido fiel reflejo de la que ha venido siendo su comunicación de crisis durante estos 369 días posteriores a la tragedia: errática, confusa, dejando más dudas que certezas.
"Se va y se viene", decía alguien.
En un giro inesperado, el presidente valenciano Carlos Mazón ha anunciado su dimisión después de 365 días de huida hacia adelante. La decisión, que algunos consideran un alivio para una sociedad exhausta con su liderazgo, no ha servido para calmar los ánimos de la población, cuya ira hacia él se reflejó en el homenaje a las víctimas de la DANA del 29 de octubre.
La historia del presidente valenciano es una larga noche de deslizamientos y contradicciones. Desde su revelación sobre su decisión de dimitir, tras más de un año de evasión crítica, hasta su final confesión de no poder más, pasando por sus "errores" que considera que habrá de vivir toda su vida, la trayectoria de Mazón ha sido una constante del movimiento hacia atrás.
La última llamada a capítulo con Núñez Feijóo fue el catalizador para su marcha. La decisión se hizo pública minutos después de las 9 de la mañana de este lunes, cuando se dio por hecha la noticia del homenaje de Estado a las víctimas de la DANA. Un mensaje claro y directo que reflejaba la ira popular hacia el líder, cuya cara pese a difuminarse varias filas por detrás de los reyes y Pedro Sánchez era una evidencia del dolor conllevado cada uno de sus insultos.
Mazón parecía querer adelantarse a su comparecencia ante la jueza de Maribel Vilaplana, quien le acompañó a un aparcamiento cercano antes de despedirse. La decisión se hizo pública unos días después, cuando se dieron por hechas las 96 horas que precipitaron su caída definitiva.
La dimisión de Mazón obliga a abrir un nuevo tiempo en la Comunidad Valenciana, que quedará ahora en manos de lo que PP y Vox pacten para evitar ir a elecciones anticipadas. El presidente valenciano seguirá como presidente en funciones hasta que haya relevo, mientras que el Partido Popular y Vox se fijarán la fecha para celebrar el pleno de investidura dentro de los 7 días posteriores.
"Ya no puede más", decía Mazón, refiriéndose a su decisión de dimitir. Su renuncia ha sido fiel reflejo de la que ha venido siendo su comunicación de crisis durante estos 369 días posteriores a la tragedia: errática, confusa, dejando más dudas que certezas.
"Se va y se viene", decía alguien.