TertuliaLatam
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Una de las heridas más profundas y dolorosas que puede dejar un niño es el maltrato emocional infligido por sus padres o cuidadores.
Recuerdo cuando era muy pequeña, mi padre me utilizaba para dar celos a mi madre. Me decía que éramos especiales, pero también me utilizaba como objeto de su ira y dolor. Me quedaba hablando con él hasta las cuatro de la madrugada convenciéndome para que no me suicidara. Yo tenía unos siete u ocho años.
Esa experiencia fue un golpe devastador en mi vida, y me hizo sentir insegura y sola. Sentí como si tuviera un monstruo dentro que me estaba consumiendo y me hacía sentir culpable por estar viva. Pero era una mentira. Ese monstruo interior no existía más que como una herida profunda que pedía ser mirada con compasión.
A través de la terapia, descubrí que no era un monstruo, sino una herida que podía sanar con acompañamiento especializado y amor. Me di cuenta de que mi padre estaba sufriendo de problemas psicológicos graves y que había utilizado a su hija como objeto de su dolor.
La experiencia me enseñó que las personas que han pasado por maltrato emocional no son monstruos, sino víctimas de una situación compleja que requiere cuidado y apoyo. Es esencial entender que las partes heridas intentan defenderse y sobrevivir, pero también que pueden sanar con amor y compasión.
El trauma del maltrato emocional puede tener un impacto devastador en la vida de una persona. Puede dejar cicatrices profundas que requieren tiempo y esfuerzo para sanar. Sin embargo, es posible sanar y encontrar la paz interior.
Las heridas emocionales profundas pueden ser abordadas con la ayuda de terapia especializada. La clave es conectar con el cuerpo y las emociones, aprender a sentir y validar nuestras emociones sin desbordarnos. También es importante generar vínculos seguros con personas que nos apoyen y amemos.
El autocuidado también es fundamental para sanar las heridas emocionales profundas. Esto incluye comer bien, dormir bien, hacer deporte y dedicarse a actividades que disfrutamos.
También es importante reconocer la violencia emocional en todas sus formas, incluyendo los insultos, humillaciones, manipulaciones, ignorancias y negaciones de la dignidad humana.
En resumen, el maltrato emocional infligido a un niño puede ser una herida profunda que requiere cuidado y apoyo. Sin embargo, es posible sanar y encontrar la paz interior con la ayuda de terapia especializada, amor y compasión.
Recuerdo cuando era muy pequeña, mi padre me utilizaba para dar celos a mi madre. Me decía que éramos especiales, pero también me utilizaba como objeto de su ira y dolor. Me quedaba hablando con él hasta las cuatro de la madrugada convenciéndome para que no me suicidara. Yo tenía unos siete u ocho años.
Esa experiencia fue un golpe devastador en mi vida, y me hizo sentir insegura y sola. Sentí como si tuviera un monstruo dentro que me estaba consumiendo y me hacía sentir culpable por estar viva. Pero era una mentira. Ese monstruo interior no existía más que como una herida profunda que pedía ser mirada con compasión.
A través de la terapia, descubrí que no era un monstruo, sino una herida que podía sanar con acompañamiento especializado y amor. Me di cuenta de que mi padre estaba sufriendo de problemas psicológicos graves y que había utilizado a su hija como objeto de su dolor.
La experiencia me enseñó que las personas que han pasado por maltrato emocional no son monstruos, sino víctimas de una situación compleja que requiere cuidado y apoyo. Es esencial entender que las partes heridas intentan defenderse y sobrevivir, pero también que pueden sanar con amor y compasión.
El trauma del maltrato emocional puede tener un impacto devastador en la vida de una persona. Puede dejar cicatrices profundas que requieren tiempo y esfuerzo para sanar. Sin embargo, es posible sanar y encontrar la paz interior.
Las heridas emocionales profundas pueden ser abordadas con la ayuda de terapia especializada. La clave es conectar con el cuerpo y las emociones, aprender a sentir y validar nuestras emociones sin desbordarnos. También es importante generar vínculos seguros con personas que nos apoyen y amemos.
El autocuidado también es fundamental para sanar las heridas emocionales profundas. Esto incluye comer bien, dormir bien, hacer deporte y dedicarse a actividades que disfrutamos.
También es importante reconocer la violencia emocional en todas sus formas, incluyendo los insultos, humillaciones, manipulaciones, ignorancias y negaciones de la dignidad humana.
En resumen, el maltrato emocional infligido a un niño puede ser una herida profunda que requiere cuidado y apoyo. Sin embargo, es posible sanar y encontrar la paz interior con la ayuda de terapia especializada, amor y compasión.