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"Putin revive un sueño del siglo XIX: construir un túnel submarino entre Alaska y Rusia"
La idea de unir Rusia y Estados Unidos por un túnel submarino bajo el Estrecho de Bering es una propuesta que surgió en las conversaciones entre los líderes rusos y estadounidenses, pero tiene raíces en un proyecto histórico que se remonta a hace más de 150 años. El ingeniero estadounidense William Gilpin había proponido esta idea en 1864, y el zar Nicolás II la respaldó en 1905 para extender la ruta ferroviaria transiberiana.
Ahora, Kirill Dmitriev, enviado especial de Putin y director del Fondo Ruso de Inversión Directa, ha relanzado esta propuesta con una nueva inversión estratégica. El túnel, que podría costar menos de 8.000 millones de dólares, sería construido con la tecnología de Elon Musk y su empresa The Boring Company, y tendría como objetivo permitir la exploración conjunta de recursos naturales entre ambas naciones.
La propuesta tiene un fuerte simbolismo diplomático, representando la "unidad" entre Rusia y Estados Unidos. También tiene motivaciones económicas clave: el túnel permitiría rutas de tren y carga para exportar petróleo, gas natural y minerales del Ártico ruso directamente a Estados Unidos y Canadá, revolucionando el comercio transcontinental.
Sin embargo, el proyecto se enfrenta a varios desafíos. La construcción del túnel requeriría tecnología avanzada y recursos significativos, y la distancia entre Alaska y Rusia es de 82 kilómetros, lo que hace que sea un reto logístico considerable.
La idea de unir Eurasia con América del Norte y Afro-Eurasia a través de rutas existentes también ha sido presentada por documentos desclasificados de la era Kennedy-Khrushchev. Esto mejora la imagen global de Rusia, contrarresta el aislamiento por las sanciones y abre puertas a un diálogo con Trump, quien ha criticado el apoyo estadounidense a Ucrania.
El estudio de viabilidad ya comenzó hace seis meses, según Dmitriev, y se enmarca en una visión histórica de conexión Siberia-Alaska desde 1904. Sin embargo, la propuesta sigue siendo un tema de debate, y su éxito depende de la voluntad política y económica de ambos países para hacerlo realidad.
La idea de unir Rusia y Estados Unidos por un túnel submarino bajo el Estrecho de Bering es una propuesta que surgió en las conversaciones entre los líderes rusos y estadounidenses, pero tiene raíces en un proyecto histórico que se remonta a hace más de 150 años. El ingeniero estadounidense William Gilpin había proponido esta idea en 1864, y el zar Nicolás II la respaldó en 1905 para extender la ruta ferroviaria transiberiana.
Ahora, Kirill Dmitriev, enviado especial de Putin y director del Fondo Ruso de Inversión Directa, ha relanzado esta propuesta con una nueva inversión estratégica. El túnel, que podría costar menos de 8.000 millones de dólares, sería construido con la tecnología de Elon Musk y su empresa The Boring Company, y tendría como objetivo permitir la exploración conjunta de recursos naturales entre ambas naciones.
La propuesta tiene un fuerte simbolismo diplomático, representando la "unidad" entre Rusia y Estados Unidos. También tiene motivaciones económicas clave: el túnel permitiría rutas de tren y carga para exportar petróleo, gas natural y minerales del Ártico ruso directamente a Estados Unidos y Canadá, revolucionando el comercio transcontinental.
Sin embargo, el proyecto se enfrenta a varios desafíos. La construcción del túnel requeriría tecnología avanzada y recursos significativos, y la distancia entre Alaska y Rusia es de 82 kilómetros, lo que hace que sea un reto logístico considerable.
La idea de unir Eurasia con América del Norte y Afro-Eurasia a través de rutas existentes también ha sido presentada por documentos desclasificados de la era Kennedy-Khrushchev. Esto mejora la imagen global de Rusia, contrarresta el aislamiento por las sanciones y abre puertas a un diálogo con Trump, quien ha criticado el apoyo estadounidense a Ucrania.
El estudio de viabilidad ya comenzó hace seis meses, según Dmitriev, y se enmarca en una visión histórica de conexión Siberia-Alaska desde 1904. Sin embargo, la propuesta sigue siendo un tema de debate, y su éxito depende de la voluntad política y económica de ambos países para hacerlo realidad.