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En el proceso de compra de una vivienda nueva, muchos se centran únicamente en comprobar los electrodomésticos y olvidan otros detalles fundamentales. Los expertos finlandeses en consumo advierten que el suelo, las esquinas y la inclinación del baño también son aspectos importantes que deben revisarse antes de tomar una decisión.
La inspección de recepción es un momento crucial para asegurarse de que todo esté conforme a lo pactado. Durante esta primera inspección, el comprador debe verificar los electrodomésticos y las instalaciones eléctricas, así como los acabados y el estado general del piso. Es fundamental detectar daños en la pintura, azulejos o suelos antes de instalar los muebles o mudarse.
El baño es particularmente relevante en esta inspección. Los expertos recomiendan comprobar que el suelo tenga la pendiente correcta y que el agua fluya bien hacia el desagüe. También es importante probar los electrodomésticos y registrar cualquier defecto en la lista de verificación proporcionada por el promotor.
Un año después, la inspección anual permite identificar problemas que solo aparecen con el uso diario, como crujidos en el suelo, fallos en la pintura o deficiencias en la calefacción y ventilación. Esta lista de crujidos es fundamental para determinar qué reparaciones se deben realizar.
El vendedor o promotor debe revisar esta lista y decidir qué arreglos le corresponden. Aunque el vendedor sigue siendo responsable de los defectos ocultos que no pudieron detectarse antes, como filtraciones o daños por humedad, es fundamental comunicar cualquier fallo grave de inmediato a la comunidad o empresa constructora para evitar daños mayores.
Si el comprador y el vendedor no logran ponerse de acuerdo sobre las reparaciones, la Autoridad de Competencia y Consumo actúa como mediadora. Aunque las quejas más comunes siguen siendo la falta de acabado o los problemas de aislamiento, se ha observado un disminución en las reclamaciones por viviendas nuevas en los últimos años, probablemente debido a que se firman menos compraventas y los compradores están siendo más cautelosos con las inspecciones.
La inspección de recepción es un momento crucial para asegurarse de que todo esté conforme a lo pactado. Durante esta primera inspección, el comprador debe verificar los electrodomésticos y las instalaciones eléctricas, así como los acabados y el estado general del piso. Es fundamental detectar daños en la pintura, azulejos o suelos antes de instalar los muebles o mudarse.
El baño es particularmente relevante en esta inspección. Los expertos recomiendan comprobar que el suelo tenga la pendiente correcta y que el agua fluya bien hacia el desagüe. También es importante probar los electrodomésticos y registrar cualquier defecto en la lista de verificación proporcionada por el promotor.
Un año después, la inspección anual permite identificar problemas que solo aparecen con el uso diario, como crujidos en el suelo, fallos en la pintura o deficiencias en la calefacción y ventilación. Esta lista de crujidos es fundamental para determinar qué reparaciones se deben realizar.
El vendedor o promotor debe revisar esta lista y decidir qué arreglos le corresponden. Aunque el vendedor sigue siendo responsable de los defectos ocultos que no pudieron detectarse antes, como filtraciones o daños por humedad, es fundamental comunicar cualquier fallo grave de inmediato a la comunidad o empresa constructora para evitar daños mayores.
Si el comprador y el vendedor no logran ponerse de acuerdo sobre las reparaciones, la Autoridad de Competencia y Consumo actúa como mediadora. Aunque las quejas más comunes siguen siendo la falta de acabado o los problemas de aislamiento, se ha observado un disminución en las reclamaciones por viviendas nuevas en los últimos años, probablemente debido a que se firman menos compraventas y los compradores están siendo más cautelosos con las inspecciones.