Las mujeres bajo el franquismo vivieron en un mundo donde el deporte era una cuestión de elegancia y decoro, más que de excelencia física. El régimen autoritario definía qué deportes eran "apropiados" para las mujeres, y la gimnasia ligera artística era el favorito. Se enseñaba en colegios con vestimentas adecuadas, promovida por la Sección Femenina de Falange, y se aceptaban actividades como la natación, el voleibol y el básquet. Sin embargo, ciertos deportes estaban marcados como "inaceptables" para las mujeres.
El fútbol y el rugby, por ejemplo, eran prácticamente imposibles de practicar debido a su naturaleza masculina. El boxeo, las artes marciales y los deportes de montaña extremos también estaban muy mal vistos, lo que limitaba las oportunidades para las mujeres que buscasen desafiarse físicamente.
La Sección Femenina era la responsabilidad principal de regular y supervisar la educación física de las niñas y jóvenes. Sin embargo, el enfoque no era en buscar el rendimiento deportivo, sino en convertir el ejercicio en una parte integral de la formación de la mujer. Los uniformes también tenían que ajustarse a ciertos estándares de elegancia, evitando cualquier forma que pueda ser percibida como demasiado masculina.
En ese mundo restringido, las mujeres debían elegir entre su libertad personal y el cumplimiento de las normas del régimen. La gimnasia ligera artística era una de las pocas opciones permitidas, pero incluso en este deporte, la enfatización en la elegancia y la decoro significaba que no era un lugar donde se buscara excelencia física.
El fútbol y el rugby, por ejemplo, eran prácticamente imposibles de practicar debido a su naturaleza masculina. El boxeo, las artes marciales y los deportes de montaña extremos también estaban muy mal vistos, lo que limitaba las oportunidades para las mujeres que buscasen desafiarse físicamente.
La Sección Femenina era la responsabilidad principal de regular y supervisar la educación física de las niñas y jóvenes. Sin embargo, el enfoque no era en buscar el rendimiento deportivo, sino en convertir el ejercicio en una parte integral de la formación de la mujer. Los uniformes también tenían que ajustarse a ciertos estándares de elegancia, evitando cualquier forma que pueda ser percibida como demasiado masculina.
En ese mundo restringido, las mujeres debían elegir entre su libertad personal y el cumplimiento de las normas del régimen. La gimnasia ligera artística era una de las pocas opciones permitidas, pero incluso en este deporte, la enfatización en la elegancia y la decoro significaba que no era un lugar donde se buscara excelencia física.