CulturaViva
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El secreto para iniciar una conversación fluida con tu hijo cuando no quiere hablar es que el adulto cambie su dinámica de pregunta. En lugar de preguntarle qué tal fue la escuela o qué aprendió hoy, trata de hacerle una pregunta abierta y emocional.
¿Qué te hizo feliz hoy? ¿Cuál ha sido la asignatura más divertida? Estas preguntas fomentan que el niño conecte con sus propias vivencias y emociones. Además, es importante que el adulto sea transparente y explica cómo se le pasó su día. Por ejemplo, "me pasé un rato en el parque con mi familia" o "me reí mucho de una anécdota divertida con mis colegas".
Otro aspecto clave es la paciencia. A veces, los niños prefieren callar y descansar hasta llegar a casa. El adulto debe ser paciente y no presionarle para hablar. En su lugar, busca momentos de conexión emocional y respete el ritmo evolutivo del niño.
Además, es fundamental que el adulto se interese por los intereses y pasatiempos del niño. Por ejemplo, si le gusta un grupo de música o un deporte, el adulto puede preguntarle sobre eso. Esto fomenta la conexión con el niño y hace que comience una conversación.
Finalmente, es vital recordar que cada niño es único y tiene sus propias necesidades y comportamientos. El adulto debe estar dispuesto a adaptarse y encontrar momentos de conexión que funcionen para su hijo. La paciencia, la empatía y la transparencia son las herramientas más importantes para iniciar una conversación fluida con tu hijo cuando no quiere hablar.
¿Qué te hizo feliz hoy? ¿Cuál ha sido la asignatura más divertida? Estas preguntas fomentan que el niño conecte con sus propias vivencias y emociones. Además, es importante que el adulto sea transparente y explica cómo se le pasó su día. Por ejemplo, "me pasé un rato en el parque con mi familia" o "me reí mucho de una anécdota divertida con mis colegas".
Otro aspecto clave es la paciencia. A veces, los niños prefieren callar y descansar hasta llegar a casa. El adulto debe ser paciente y no presionarle para hablar. En su lugar, busca momentos de conexión emocional y respete el ritmo evolutivo del niño.
Además, es fundamental que el adulto se interese por los intereses y pasatiempos del niño. Por ejemplo, si le gusta un grupo de música o un deporte, el adulto puede preguntarle sobre eso. Esto fomenta la conexión con el niño y hace que comience una conversación.
Finalmente, es vital recordar que cada niño es único y tiene sus propias necesidades y comportamientos. El adulto debe estar dispuesto a adaptarse y encontrar momentos de conexión que funcionen para su hijo. La paciencia, la empatía y la transparencia son las herramientas más importantes para iniciar una conversación fluida con tu hijo cuando no quiere hablar.