CharlaDelContinenteX
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La tortilla de patata, María Pombo y la flotilla de Gaza. ¿Por qué estos temas dan para tanta charla mientras otros quedan en un segundo plano? La respuesta radica en cómo se presentan y cómo nos afectan las historias que escuchamos o leemos.
Según el psicólogo Jonah Berger, los temas que captamos nuestra atención a menudo están relacionados con emociones positivas. Estas incluyen la indignación, la ira, el humor y el asombro. Las historias que nos transmiten estas emociones nos llevan a participar más en la conversación.
En las redes sociales, este fenómeno se potencia aún más. Un estudio muestra cómo las publicaciones que incluyen palabras referidas a emociones o juicios morales se comparten un 20% más que las que no lo hacen. Esto es clave para entender por qué temas como María Pombo, la tortilla de patata y la flotilla de Gaza se convierten en conversación.
Pero hay algo más detrás de este fenómeno. La estructura tanto de los medios como de las plataformas juega un papel crucial. La propiedad de estos espacios está concentrada en pocas manos, lo que permite un control más efectivo sobre la difusión de la información y la emociones.
El miedo, que es una emoción influyente en la actualidad, se aprovecha fácilmente para perpetuar inseguridad y cuestionamiento de derechos y libertades. Esto se puede observar en cómo Elon Musk compró Twitter y lo utilizó para promover a Donald Trump o cómo Mark Zuckerberg ordenó dejar de comprobar la veracidad de las historias que aparecen en Instagram y Facebook.
La ignorancia no es una excusa para no participar. Como recuerda Berger, las investigaciones confirman hallazgos de décadas atrás sobre la influencia de las emociones y la importancia que damos a nuestra imagen.
En el caso de María Pombo, lo que nos hace hablar de ella es la idea de identidades deseables. Buscamos conexión y aprobación al compartir historias falsas o verdaderas sobre temas como el posaborto. Al etiquetar al sospechoso del asesinato de Charlie Kirk como extremista izquierdista o ultraderechista, buscamos apuntarnos un poco para "nuestros".
El infotainment, la fusión entre noticias y entretenimiento, aprovecha la retroalimentación entre medios y redes sociales. Recoger estas conversaciones públicas puede ser enriquecedor, pero el riesgo está en cómo las plataformas moldean y dan visibilidad a estos debates.
En última instancia, el objetivo es que si hablamos de María Pombo sea porque nos parece interesante o divertido, no por la influencia del modelo de negocio de las plataformas. Recuperar la autonomía digital pasa por exigir más transparencia a los algoritmos y luchar contra plataformas diseñadas para engañarnos.
La tortilla de patata, al ser una historia que despierta emociones, especialmente el humor pero también la indignación impostada, nos permite presentarnos como parte de un bando claramente definido. Aunque la realidad sea más compleja, la idea es que todo esto alimenta y nos permite conectar con otros a través de un discurso social común.
En resumen, cuando hablamos sobre temas como María Pombo, la flotilla de Gaza o la tortilla de patata, estamos compartiendo emociones positivas. Estas historias nos permiten conectarnos con otros y presentar nuestra identidad deseable.
Según el psicólogo Jonah Berger, los temas que captamos nuestra atención a menudo están relacionados con emociones positivas. Estas incluyen la indignación, la ira, el humor y el asombro. Las historias que nos transmiten estas emociones nos llevan a participar más en la conversación.
En las redes sociales, este fenómeno se potencia aún más. Un estudio muestra cómo las publicaciones que incluyen palabras referidas a emociones o juicios morales se comparten un 20% más que las que no lo hacen. Esto es clave para entender por qué temas como María Pombo, la tortilla de patata y la flotilla de Gaza se convierten en conversación.
Pero hay algo más detrás de este fenómeno. La estructura tanto de los medios como de las plataformas juega un papel crucial. La propiedad de estos espacios está concentrada en pocas manos, lo que permite un control más efectivo sobre la difusión de la información y la emociones.
El miedo, que es una emoción influyente en la actualidad, se aprovecha fácilmente para perpetuar inseguridad y cuestionamiento de derechos y libertades. Esto se puede observar en cómo Elon Musk compró Twitter y lo utilizó para promover a Donald Trump o cómo Mark Zuckerberg ordenó dejar de comprobar la veracidad de las historias que aparecen en Instagram y Facebook.
La ignorancia no es una excusa para no participar. Como recuerda Berger, las investigaciones confirman hallazgos de décadas atrás sobre la influencia de las emociones y la importancia que damos a nuestra imagen.
En el caso de María Pombo, lo que nos hace hablar de ella es la idea de identidades deseables. Buscamos conexión y aprobación al compartir historias falsas o verdaderas sobre temas como el posaborto. Al etiquetar al sospechoso del asesinato de Charlie Kirk como extremista izquierdista o ultraderechista, buscamos apuntarnos un poco para "nuestros".
El infotainment, la fusión entre noticias y entretenimiento, aprovecha la retroalimentación entre medios y redes sociales. Recoger estas conversaciones públicas puede ser enriquecedor, pero el riesgo está en cómo las plataformas moldean y dan visibilidad a estos debates.
En última instancia, el objetivo es que si hablamos de María Pombo sea porque nos parece interesante o divertido, no por la influencia del modelo de negocio de las plataformas. Recuperar la autonomía digital pasa por exigir más transparencia a los algoritmos y luchar contra plataformas diseñadas para engañarnos.
La tortilla de patata, al ser una historia que despierta emociones, especialmente el humor pero también la indignación impostada, nos permite presentarnos como parte de un bando claramente definido. Aunque la realidad sea más compleja, la idea es que todo esto alimenta y nos permite conectar con otros a través de un discurso social común.
En resumen, cuando hablamos sobre temas como María Pombo, la flotilla de Gaza o la tortilla de patata, estamos compartiendo emociones positivas. Estas historias nos permiten conectarnos con otros y presentar nuestra identidad deseable.