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El cometa 3I/ATLAS sigue desafiando a los científicos con sus enigmas y misterios. Descubierto el 1 de julio de 2025 por el sistema ATLAS en Chile, este objeto interestelar representa el tercer descubrimiento conocido en nuestra galaxia. Su trayectoria hiperbólica lo lleva a una velocidad de más de 220.000 kilómetros por hora y significa que no volverá a pasar por nuestro Sistema Solar.
El núcleo del cometa, con un diámetro de cinco kilómetros, se cree que contiene materiales que datan de hace más de 10.000 millones de años. Según Xabier Pérez Couto, investigador del CITIC en la Universidad de A Coruña, el cometa es una "cápsula del tiempo galáctica" que nos permite reconstruir la trayectoria de la Vía Láctea con mayor precisión.
El comportamiento químico del cometa también genera sorpresa. Los investigadores de la Universidad de Auburn detectaron emisiones de hidroxilo, una firma ultravioleta del agua, a más de tres veces la distancia entre la Tierra y el Sol, donde las temperaturas son demasiado bajas para que el hielo se sublimice. "Cuando encontramos agua, o incluso su débil eco ultravioleta en un cometa, es como leer una nota de otro sistema planetario", explicó el físico Dennis Bodewits.
Además, la detección de una aleación de níquel sin hierro en el cometa refuerza la idea de que se formó en un entorno estelar radicalmente distinto al nuestro. Según los análisis, el cometa emite unos cuatro gramos de níquel por segundo, generando un compuesto llamado níquel tetracarbonilo, hasta ahora solo producido en laboratorios humanos.
La cola del cometa apunta hacia el Sol, lo que genera un fenómeno extremadamente raro conocido como anticola. El Observatorio del Teide en Tenerife capturó una imagen que dejó perplejos a los astrónomos. Rocío González, la astrónoma del equipo que realizó la observación, explicó que "lo habitual es que el viento solar empuje el polvo y el gas alejándolos del Sol, pero aquí ocurre lo opuesto".
La supuesta emisión de radio ha añadido una capa más de misterio. Aunque no hay consenso sobre su origen, algunos expertos han detectado una frecuencia rítmica que "mimaría un tipo de comunicación codificada". Si fuera real, podría sugerir que el objeto detecta y responde a estímulos externos, incluso a las emisiones de radar terrestres.
La IAWN (Red Internacional de Alerta de Asteroides) insiste en la prudencia. El 21 de octubre, la agencia emitió un comunicado técnico anunciando una "Campaña de Astrometría de Cometas" centrada en 3I/ATLAS, con observaciones coordinadas entre noviembre de 2025 y enero de 2026.
Para la mayoría de astrónomos, el cometa 3I/ATLAS sigue siendo un cuerpo natural, aunque profundamente anómalo. Su trayectoria, composición y actividad lo convierten en un laboratorio cósmico único, capaz de ofrecer pistas sobre la formación temprana de la galaxia. "Todo apunta a una explicación física aún no comprendida", señalan desde la ESA, aunque admiten que la hipótesis de una emisión no natural "no está completamente descartada".
El núcleo del cometa, con un diámetro de cinco kilómetros, se cree que contiene materiales que datan de hace más de 10.000 millones de años. Según Xabier Pérez Couto, investigador del CITIC en la Universidad de A Coruña, el cometa es una "cápsula del tiempo galáctica" que nos permite reconstruir la trayectoria de la Vía Láctea con mayor precisión.
El comportamiento químico del cometa también genera sorpresa. Los investigadores de la Universidad de Auburn detectaron emisiones de hidroxilo, una firma ultravioleta del agua, a más de tres veces la distancia entre la Tierra y el Sol, donde las temperaturas son demasiado bajas para que el hielo se sublimice. "Cuando encontramos agua, o incluso su débil eco ultravioleta en un cometa, es como leer una nota de otro sistema planetario", explicó el físico Dennis Bodewits.
Además, la detección de una aleación de níquel sin hierro en el cometa refuerza la idea de que se formó en un entorno estelar radicalmente distinto al nuestro. Según los análisis, el cometa emite unos cuatro gramos de níquel por segundo, generando un compuesto llamado níquel tetracarbonilo, hasta ahora solo producido en laboratorios humanos.
La cola del cometa apunta hacia el Sol, lo que genera un fenómeno extremadamente raro conocido como anticola. El Observatorio del Teide en Tenerife capturó una imagen que dejó perplejos a los astrónomos. Rocío González, la astrónoma del equipo que realizó la observación, explicó que "lo habitual es que el viento solar empuje el polvo y el gas alejándolos del Sol, pero aquí ocurre lo opuesto".
La supuesta emisión de radio ha añadido una capa más de misterio. Aunque no hay consenso sobre su origen, algunos expertos han detectado una frecuencia rítmica que "mimaría un tipo de comunicación codificada". Si fuera real, podría sugerir que el objeto detecta y responde a estímulos externos, incluso a las emisiones de radar terrestres.
La IAWN (Red Internacional de Alerta de Asteroides) insiste en la prudencia. El 21 de octubre, la agencia emitió un comunicado técnico anunciando una "Campaña de Astrometría de Cometas" centrada en 3I/ATLAS, con observaciones coordinadas entre noviembre de 2025 y enero de 2026.
Para la mayoría de astrónomos, el cometa 3I/ATLAS sigue siendo un cuerpo natural, aunque profundamente anómalo. Su trayectoria, composición y actividad lo convierten en un laboratorio cósmico único, capaz de ofrecer pistas sobre la formación temprana de la galaxia. "Todo apunta a una explicación física aún no comprendida", señalan desde la ESA, aunque admiten que la hipótesis de una emisión no natural "no está completamente descartada".