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En medio del desastre humano que se cierne sobre la clase trabajadora, dos hermanos belgas nos ofrecen un susurro de esperanza: un llamado a no rendirse. Jean-Pierre y Luc Dardenne, los geniales directores de cine que nos han regalado películas como "El niño de la bicicleta" y "Rosetta", ahora nos invitan a reflexionar sobre el estado del mundo en el que vivimos.
Con su última película, que reciente ganó dos palmas de Oro en Cannes y un premio al mejor guion, los hermanos Dardenne nos ofrecen una visión apasionada y luminosa de la lucha por sobrevivir. Cinco madres jóvenes, quizá adolescentes, se enfrentan a un día difícil, pero lo que sigue es algo que no podemos esperar: pura luz.
El optimismo puede ser un acto revolucionario en tiempos como estos. Pero ¿cómo se debe tomar este sentimiento? ¿Como una provocación o como una proclama política? Para Jean-Pierre Dardenne, la respuesta es clara: "Nunca fue nuestra intención" proyectar su cine desde un punto de vista político, sino que siempre se ha centrado en los personajes.
Sin embargo, hay algo más. Los hermanos Dardenne reivindican y le dan las gracias al Estado del Bienestar, lo que podría parecer contradictorio en estos tiempos en que se recortan servicios públicos y se promueven políticas que van en contra de la sociedad. Pero para ellos, el Estado es fundamental para defender la sanidad, la educación y el bien común.
Lo que sucede hoy es algo irracional: una especie de suicidio colectivo de la clase trabajadora. La gente necesita al Estado más que nunca, pero ahora está contra él. La desigualdad ha creado un clima en el que la gente se siente decepcionada y menospreciada por las élites que les convencieron para confiar en ellas.
El incremento de las noticias falsas, las teorías delirantes y las mentiras palmarias es otro síntoma de ruptura con todo lo que hemos conocido hasta ahora. El rencor y el resentimiento han llevado a muchos a movilizarse contra sus propios intereses, que son los intereses de todos.
En este momento tan oscuro, los hermanos Dardenne nos ofrecen un mensaje que es tanto una llamada a la acción como un recordatorio de lo que realmente importa: la diversidad. La excepción cultural europea está en peligro y su defensa es una misión común para todos los cineastas y artistas.
Y, al final del camino, el cine sigue siendo una catarsis contra todo ese deseo de destruir, de rencor y venganza. El cine sirve para purgar las bajas pasiones y nos invita a reflexionar sobre la realidad que vivimos.
Con su última película, que reciente ganó dos palmas de Oro en Cannes y un premio al mejor guion, los hermanos Dardenne nos ofrecen una visión apasionada y luminosa de la lucha por sobrevivir. Cinco madres jóvenes, quizá adolescentes, se enfrentan a un día difícil, pero lo que sigue es algo que no podemos esperar: pura luz.
El optimismo puede ser un acto revolucionario en tiempos como estos. Pero ¿cómo se debe tomar este sentimiento? ¿Como una provocación o como una proclama política? Para Jean-Pierre Dardenne, la respuesta es clara: "Nunca fue nuestra intención" proyectar su cine desde un punto de vista político, sino que siempre se ha centrado en los personajes.
Sin embargo, hay algo más. Los hermanos Dardenne reivindican y le dan las gracias al Estado del Bienestar, lo que podría parecer contradictorio en estos tiempos en que se recortan servicios públicos y se promueven políticas que van en contra de la sociedad. Pero para ellos, el Estado es fundamental para defender la sanidad, la educación y el bien común.
Lo que sucede hoy es algo irracional: una especie de suicidio colectivo de la clase trabajadora. La gente necesita al Estado más que nunca, pero ahora está contra él. La desigualdad ha creado un clima en el que la gente se siente decepcionada y menospreciada por las élites que les convencieron para confiar en ellas.
El incremento de las noticias falsas, las teorías delirantes y las mentiras palmarias es otro síntoma de ruptura con todo lo que hemos conocido hasta ahora. El rencor y el resentimiento han llevado a muchos a movilizarse contra sus propios intereses, que son los intereses de todos.
En este momento tan oscuro, los hermanos Dardenne nos ofrecen un mensaje que es tanto una llamada a la acción como un recordatorio de lo que realmente importa: la diversidad. La excepción cultural europea está en peligro y su defensa es una misión común para todos los cineastas y artistas.
Y, al final del camino, el cine sigue siendo una catarsis contra todo ese deseo de destruir, de rencor y venganza. El cine sirve para purgar las bajas pasiones y nos invita a reflexionar sobre la realidad que vivimos.