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"El secreto ya no es saber, sino saborear"
En un giro inesperado, la fe ha vuelto a ganar terreno en el corazón de los seguidores de Donald Trump. El vicepresidente JD Vance, conocido por su nacionalismo cristiano y blanco, se ha convertido al catolicismo, lo que algunos ven como una oportunidad para conectar con sus bases más fanáticas. Sin embargo, detrás de esta fachada religiosa, la verdad es más compleja.
Vance, quien se autoidentifica como ateo, ahora busca atraer a su esposa Usha, una mujer no blanca y no cristiana, al mundo de la fe verdadera, según él. Pero ¿quién está truly guiando a los populistas de derecha? La respuesta es que la fe ya no es un misterio, sino una herramienta para manipular a los seguidores.
La conexión entre la religión y el poder político ha sido siempre presentе, pero en la era actual, se ha convertido en un trato comercial. Si Dios hace algo por ellos, creen en Dios. Esto es lo que define la fe contemporánea: individualismo, neoliberalismo y una desconsideración hacia la comunidad y el sufrimiento del otro.
La ironía es que los seguidores de Trump ya no tienen miedo a hablar sobre sus creencias religiosas, pero cuando se trata de la verdad, se vuelven mudos. La fe ha convertido en un medio para alcanzar una posición de poder y ser considerados elegidos. Pero ¿quién está realmente llamando a Dios?
La filósofa francesa Simone Weil ya nos hablaba del peligro de la individualidad excesiva y la necesidad de construir comunidades basadas en el cuidado mutuo. En esta era, parece que nadie escucha sus palabras. Los Evangelios que no sirven para nada en este mundo malista y competitivo, ya no son relevantes.
La pregunta es: ¿quién está por detrás del rebrote católico, apostólico y romano que estamos viendo? Es posible que sea el propio Donald Trump, quien se autodenomina un enviado de Dios. Pero ¿quién es el verdadero mensajero de Dios en este mundo?
En un giro inesperado, la fe ha vuelto a ganar terreno en el corazón de los seguidores de Donald Trump. El vicepresidente JD Vance, conocido por su nacionalismo cristiano y blanco, se ha convertido al catolicismo, lo que algunos ven como una oportunidad para conectar con sus bases más fanáticas. Sin embargo, detrás de esta fachada religiosa, la verdad es más compleja.
Vance, quien se autoidentifica como ateo, ahora busca atraer a su esposa Usha, una mujer no blanca y no cristiana, al mundo de la fe verdadera, según él. Pero ¿quién está truly guiando a los populistas de derecha? La respuesta es que la fe ya no es un misterio, sino una herramienta para manipular a los seguidores.
La conexión entre la religión y el poder político ha sido siempre presentе, pero en la era actual, se ha convertido en un trato comercial. Si Dios hace algo por ellos, creen en Dios. Esto es lo que define la fe contemporánea: individualismo, neoliberalismo y una desconsideración hacia la comunidad y el sufrimiento del otro.
La ironía es que los seguidores de Trump ya no tienen miedo a hablar sobre sus creencias religiosas, pero cuando se trata de la verdad, se vuelven mudos. La fe ha convertido en un medio para alcanzar una posición de poder y ser considerados elegidos. Pero ¿quién está realmente llamando a Dios?
La filósofa francesa Simone Weil ya nos hablaba del peligro de la individualidad excesiva y la necesidad de construir comunidades basadas en el cuidado mutuo. En esta era, parece que nadie escucha sus palabras. Los Evangelios que no sirven para nada en este mundo malista y competitivo, ya no son relevantes.
La pregunta es: ¿quién está por detrás del rebrote católico, apostólico y romano que estamos viendo? Es posible que sea el propio Donald Trump, quien se autodenomina un enviado de Dios. Pero ¿quién es el verdadero mensajero de Dios en este mundo?