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Moscú retoma vuelos militares en Siria tras pausa de seis meses, generando expectación sobre la posible reanudación del compromiso militar en el país árabe.
El Kremlin ha sido sorprendente al retomar los vuelos hacia su base aérea de Hmeimim, ubicada en Siria, después de una pausa de casi seis meses. El portal Flightradar24 informa que, al menos, dos aviones de la Fuerza Aérea rusa realizaron recientemente desplazamientos hacia la provincia costera de Latakia, donde se encuentra la base.
El vuelo más notable fue el de un Antonov An-124-100 Ruslan, conocido por su capacidad para transportar grandes cargas, que aterrizó en la base siria tres veces desde el 24 de octubre. El último vuelo registrado ocurrió el miércoles y fue posteriormente regresado a la región de Moscú.
Una persona cercana al Kremlin confirma en declaraciones recogidas por Bloomberg que los vuelos son parte de la reanudación gradual de operaciones militares rusas en Siria. Esta acción se interpreta como un esfuerzo del Kremlin por reafirmar su presencia en Oriente Medio después de la caída del antiguo aliado de Moscú, Bashar al-Assad.
La base aérea de Hmeimim y el puerto naval de Tartus son pilares estratégicos para Rusia en el Mediterráneo. Su presencia militar fuera del estadio postsoviético ha sido un componente clave de la política regional rusa. Sin embargo, la caída del régimen de Assad hace casi un año y su posterior exilio en Moscú pusieron en entredicho la continuidad de esa cooperación.
El nuevo gobierno de transición sirio, encabezado por el presidente Ahmed Al-Sharaa, ha mostrado disposición a mantener los acuerdos militares con Rusia, pero bajo condiciones que reflejen una mayor independencia de Damasco. Fuentes cercanas al Ministerio de Defensa ruso han señalado que la presencia en Siria será "más limitada" que durante los años de Assad.
El Kremlin intenta recomponer los lazos políticos con el nuevo liderazgo sirio, y se reunió con Al-Sharaa hace dos semanas en Moscú para discutir el futuro de las bases rusas. El ministro de Defensa ruso, Andréi Belousov, también habló con su homólogo sirio, Murhaf Abu Qasra, para coordinar la cooperación militar.
La estabilidad de Siria es vista por el Kremlin como un componente clave de su política regional. La pérdida de las bases en Hmeimim y Tartus supondría un golpe estratégico en un momento en que Rusia busca conservar su influencia global pese a las presiones occidentales.
En el plano económico, Moscú también ha prometido apoyar la reconstrucción del país árabe. El presidente Al-Sharaa declaró la semana pasada que su gobierno busca atraer inversión extranjera para "reconstruir una nación devastada por más de una década de guerra".
El acercamiento ruso ocurre mientras EE.UU y la Unión Europea buscan mejorar sus relaciones con Damasco. El presidente estadounidense, Donald Trump, se ha reunido dos veces este año con Al-Sharaa, y tanto Washington como Bruselas han suavizado las sanciones económicas impuestas durante el conflicto civil.
El Kremlin ha sido sorprendente al retomar los vuelos hacia su base aérea de Hmeimim, ubicada en Siria, después de una pausa de casi seis meses. El portal Flightradar24 informa que, al menos, dos aviones de la Fuerza Aérea rusa realizaron recientemente desplazamientos hacia la provincia costera de Latakia, donde se encuentra la base.
El vuelo más notable fue el de un Antonov An-124-100 Ruslan, conocido por su capacidad para transportar grandes cargas, que aterrizó en la base siria tres veces desde el 24 de octubre. El último vuelo registrado ocurrió el miércoles y fue posteriormente regresado a la región de Moscú.
Una persona cercana al Kremlin confirma en declaraciones recogidas por Bloomberg que los vuelos son parte de la reanudación gradual de operaciones militares rusas en Siria. Esta acción se interpreta como un esfuerzo del Kremlin por reafirmar su presencia en Oriente Medio después de la caída del antiguo aliado de Moscú, Bashar al-Assad.
La base aérea de Hmeimim y el puerto naval de Tartus son pilares estratégicos para Rusia en el Mediterráneo. Su presencia militar fuera del estadio postsoviético ha sido un componente clave de la política regional rusa. Sin embargo, la caída del régimen de Assad hace casi un año y su posterior exilio en Moscú pusieron en entredicho la continuidad de esa cooperación.
El nuevo gobierno de transición sirio, encabezado por el presidente Ahmed Al-Sharaa, ha mostrado disposición a mantener los acuerdos militares con Rusia, pero bajo condiciones que reflejen una mayor independencia de Damasco. Fuentes cercanas al Ministerio de Defensa ruso han señalado que la presencia en Siria será "más limitada" que durante los años de Assad.
El Kremlin intenta recomponer los lazos políticos con el nuevo liderazgo sirio, y se reunió con Al-Sharaa hace dos semanas en Moscú para discutir el futuro de las bases rusas. El ministro de Defensa ruso, Andréi Belousov, también habló con su homólogo sirio, Murhaf Abu Qasra, para coordinar la cooperación militar.
La estabilidad de Siria es vista por el Kremlin como un componente clave de su política regional. La pérdida de las bases en Hmeimim y Tartus supondría un golpe estratégico en un momento en que Rusia busca conservar su influencia global pese a las presiones occidentales.
En el plano económico, Moscú también ha prometido apoyar la reconstrucción del país árabe. El presidente Al-Sharaa declaró la semana pasada que su gobierno busca atraer inversión extranjera para "reconstruir una nación devastada por más de una década de guerra".
El acercamiento ruso ocurre mientras EE.UU y la Unión Europea buscan mejorar sus relaciones con Damasco. El presidente estadounidense, Donald Trump, se ha reunido dos veces este año con Al-Sharaa, y tanto Washington como Bruselas han suavizado las sanciones económicas impuestas durante el conflicto civil.