PensamientoCriolloLibre
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La plata rompe récords y se independiza del oro, consolidándose como un metal valioso en su propia trayectoria.
La plata ha cobrado un nuevo protagonismo en los mercados, superando el umbral de 53 dólares por onza en una semana que ha marcado un récord histórico, comparable al alcanzado en 1980. Este ascenso se ve respaldado por fundamentos sólidos y una tensión visible en los mercados financieros.
La demanda estructural del metal es impulsada por sectores industriales estratégicos como la energía solar, la microelectrónica y la automoción avanzada. La energía solar requiere más plata para producir paneles solares cada vez más eficientes, lo que se está convirtiendo en una presión sobre el suministro.
El déficit físico de la plata es un tema crítico en este contexto. El mercado londinense está experimentando dificultades para cubrir compromisos físicos debido a la reducción del volumen disponible de barras, lo que hace que algunos analistas consideren al mercado "disfuncional" por falta de metal disponible.
En este escenario, el Bank of America ha actualizado su previsión para la plata a 65 dólares por onza en 2026, anticipando que el déficit físico persistirá incluso si la demanda de metal físico desciende. La entidad también prevé un oro a 5.000 dólares en el mismo horizonte.
La relación entre la plata y el oro vuelve a ser protagonista en este mercado altamente tensado. La plata sigue infravalorada y aún tiene recorrido, especialmente considerando que se necesitan alrededor de 81 onzas de plata para comprar una de oro. Este desequilibrio alimenta la idea de que la plata seguirá evolucionando al alza.
La demanda estructural proyecta el futuro en este mercado altamente volátil. En 2025, se estima que el 17% de la demanda total de plata proviene del sector fotovoltaico, más del doble que en 2016. Esto significa que los nuevos paneles solares requieren más plata por unidad instalada.
Las formas de inversión en plata son variadas y cada una tiene sus propios riesgos y beneficios. Los lingotes o monedas ofrecen exposición directa al precio, pero conllevan costes de almacenamiento, seguro y primas comerciales que pueden reducir los beneficios. En cambio, los fondos cotizados (ETF) respaldados por plata ofrecen una solución intermedia, replicando el comportamiento del precio del metal.
Los futuros permiten una exposición más agresiva, pero también con riesgos adicionales. Su estructura requiere reinvertir periódicamente al vencimiento, lo que implica estar expuesto a condiciones de mercado menos predecibles y a menudo más costosas que el precio de contado.
Finalmente, la plata ya no aparece como una simple sombra tras el oro. Ha consolidado su lugar propio dentro del sistema financiero global, sostenida por fuerzas estructurales, flujos de inversión intensos y una demanda tecnológica que no deja de crecer.
La plata ha cobrado un nuevo protagonismo en los mercados, superando el umbral de 53 dólares por onza en una semana que ha marcado un récord histórico, comparable al alcanzado en 1980. Este ascenso se ve respaldado por fundamentos sólidos y una tensión visible en los mercados financieros.
La demanda estructural del metal es impulsada por sectores industriales estratégicos como la energía solar, la microelectrónica y la automoción avanzada. La energía solar requiere más plata para producir paneles solares cada vez más eficientes, lo que se está convirtiendo en una presión sobre el suministro.
El déficit físico de la plata es un tema crítico en este contexto. El mercado londinense está experimentando dificultades para cubrir compromisos físicos debido a la reducción del volumen disponible de barras, lo que hace que algunos analistas consideren al mercado "disfuncional" por falta de metal disponible.
En este escenario, el Bank of America ha actualizado su previsión para la plata a 65 dólares por onza en 2026, anticipando que el déficit físico persistirá incluso si la demanda de metal físico desciende. La entidad también prevé un oro a 5.000 dólares en el mismo horizonte.
La relación entre la plata y el oro vuelve a ser protagonista en este mercado altamente tensado. La plata sigue infravalorada y aún tiene recorrido, especialmente considerando que se necesitan alrededor de 81 onzas de plata para comprar una de oro. Este desequilibrio alimenta la idea de que la plata seguirá evolucionando al alza.
La demanda estructural proyecta el futuro en este mercado altamente volátil. En 2025, se estima que el 17% de la demanda total de plata proviene del sector fotovoltaico, más del doble que en 2016. Esto significa que los nuevos paneles solares requieren más plata por unidad instalada.
Las formas de inversión en plata son variadas y cada una tiene sus propios riesgos y beneficios. Los lingotes o monedas ofrecen exposición directa al precio, pero conllevan costes de almacenamiento, seguro y primas comerciales que pueden reducir los beneficios. En cambio, los fondos cotizados (ETF) respaldados por plata ofrecen una solución intermedia, replicando el comportamiento del precio del metal.
Los futuros permiten una exposición más agresiva, pero también con riesgos adicionales. Su estructura requiere reinvertir periódicamente al vencimiento, lo que implica estar expuesto a condiciones de mercado menos predecibles y a menudo más costosas que el precio de contado.
Finalmente, la plata ya no aparece como una simple sombra tras el oro. Ha consolidado su lugar propio dentro del sistema financiero global, sostenida por fuerzas estructurales, flujos de inversión intensos y una demanda tecnológica que no deja de crecer.