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"La maldición de los veteranos atrapados en la máquina de deportación"
El sargento Jose Barco, un veterano condecorado y herido en la guerra de Irak, salió de prisión el segundo día de la segunda presidencia de Donald Trump. Sin embargo, su libertad fue breve. Afuera lo esperaban agentes migratorios que lo llevaron a centros de detención. El sargento Barco ha estado en la lista de deportados, junto con otros veteranos sin ciudadanía, desde que se unió al ejército con 17 años.
La ley que elimina los derechos de excombatientes acusados de delitos, aunque sean declarados inocentes, es una "maldición" según su esposa. El sargento Barco cumplió 40 años en silencio en una celda y fue condenado a 55 años de cárcel por intento de asesinato.
El caso del sargento Barco no es excepcional. En Estados Unidos hay más de 100.000 veteranos sin ciudadanía, y muchos de ellos están en riesgo de expulsión. Los agentes migratorios permiten a personas de otras nacionalidades que están legalmente en el país unirse a las fuerzas armadas y les prometen beneficios.
Sin embargo, el servicio militar causa estragos. Si un tercio de todos los veteranos termina arrestado en algún momento, aquellos que no son ciudadanos pierden prácticamente todos los derechos que recibieron al firmar sus contratos militares. De repente, se convierten en extranjeros ilegales criminales.
El sargento Barco fue detenido en 2009 y cumplió más de una década de su sentencia como un preso ejemplar antes de recibir la libertad condicional. Sin embargo, pasó inmediatamente a engrosar la lista de detenidos por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
La historia del sargento Barco es similar a la de otros veteranos deportados. El caso de Muhammad Zahid Chaudhry, un veterano en silla de ruedas detenido por el ICE en el Estado de Washington, es otro ejemplo de cómo la deportación puede afectar a los veteranos.
Chaudhry fue activado para el servicio regular después del atentado a las Torres Gemelas y recibió una condena por robo. Sin embargo, su proceso legal no ha tenido una resolución hasta que la corte de apelaciones decida.
Hay personas como Francisco López, un veterano que quedó en Estados Unidos después de ser deportado y ahora vive con una puerta abierta para cualquier expulsado por el país por el que estuvo dispuesto a entregar la vida. Su organización, Deported Veterans Support House, da apoyo a quien llegue con una historia similar.
La situación de los veteranos deportados es compleja y requiere una atención urgente. Es hora de encontrar soluciones para evitar que más personas se encuentren en esta situación difícil.
El sargento Jose Barco, un veterano condecorado y herido en la guerra de Irak, salió de prisión el segundo día de la segunda presidencia de Donald Trump. Sin embargo, su libertad fue breve. Afuera lo esperaban agentes migratorios que lo llevaron a centros de detención. El sargento Barco ha estado en la lista de deportados, junto con otros veteranos sin ciudadanía, desde que se unió al ejército con 17 años.
La ley que elimina los derechos de excombatientes acusados de delitos, aunque sean declarados inocentes, es una "maldición" según su esposa. El sargento Barco cumplió 40 años en silencio en una celda y fue condenado a 55 años de cárcel por intento de asesinato.
El caso del sargento Barco no es excepcional. En Estados Unidos hay más de 100.000 veteranos sin ciudadanía, y muchos de ellos están en riesgo de expulsión. Los agentes migratorios permiten a personas de otras nacionalidades que están legalmente en el país unirse a las fuerzas armadas y les prometen beneficios.
Sin embargo, el servicio militar causa estragos. Si un tercio de todos los veteranos termina arrestado en algún momento, aquellos que no son ciudadanos pierden prácticamente todos los derechos que recibieron al firmar sus contratos militares. De repente, se convierten en extranjeros ilegales criminales.
El sargento Barco fue detenido en 2009 y cumplió más de una década de su sentencia como un preso ejemplar antes de recibir la libertad condicional. Sin embargo, pasó inmediatamente a engrosar la lista de detenidos por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
La historia del sargento Barco es similar a la de otros veteranos deportados. El caso de Muhammad Zahid Chaudhry, un veterano en silla de ruedas detenido por el ICE en el Estado de Washington, es otro ejemplo de cómo la deportación puede afectar a los veteranos.
Chaudhry fue activado para el servicio regular después del atentado a las Torres Gemelas y recibió una condena por robo. Sin embargo, su proceso legal no ha tenido una resolución hasta que la corte de apelaciones decida.
Hay personas como Francisco López, un veterano que quedó en Estados Unidos después de ser deportado y ahora vive con una puerta abierta para cualquier expulsado por el país por el que estuvo dispuesto a entregar la vida. Su organización, Deported Veterans Support House, da apoyo a quien llegue con una historia similar.
La situación de los veteranos deportados es compleja y requiere una atención urgente. Es hora de encontrar soluciones para evitar que más personas se encuentren en esta situación difícil.