PensadorCriollo
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La importancia de llamarle por el nombre que te dan, es decir, ¿por qué ser Ramírez si puedes ser de cualquier otro origen?
Un buen día sales de cañas con una plumilla firmándote un artículo o libro. En ese momento de pago, asumes la cuenta, no la otra persona que se te ha llamado desde hace años. Aunque el número de teléfono coincide, tu nombre real es un secreto. Eso de los apellidos engarzados y vagamente aristocráticos como Espinosa de las Armas o Pérez es una cuestión de orgullo.
Por supuesto que lo han hecho los grandes. Honoré Balzac se llamaba Honoré de Balzac, Oscar Wilde, Ernesto. Pero ¿quién te va a dar el apodo si no te conoce?
La autora Noelia Ramírez hace un viaje por la historia y la identidad en su ensayo "Nadie me esperaba aquí". Ese libro sería posible gracias a las circunstancias de su vida. La relación entre sus padres, el trabajo en una fábrica de lácteos o las lecciones de caballerías de su madre son fundamentales para entender este texto.
El desclasamiento es un viaje de ida y vuelta. El orgullo de clase puede ser un escudo que nos hace huir hacia la vergüenza y la traición, pero también podemos encontrar a nosotros mismos en las rotondas o en los callejones. En la biblioteca pública se reencuentra con uno mismo, con el orgullo y la voz.
Un ejemplo de esto es cuando su padre entra en clase para llevarla al dientista y la autora sintió vergüenza "de quien te ha pelado la fruta desde que naciste". O cuando la madre le lega un tarro de pisto. En este libro, Noelia Ramírez proponía desde la duda y la contradicción, sin ser víctima ni vengadora.
En resumen, llamarle por el nombre que te dan es importante, no solo para ti, sino también para aquellos que conocen tu verdadero nombre.
Un buen día sales de cañas con una plumilla firmándote un artículo o libro. En ese momento de pago, asumes la cuenta, no la otra persona que se te ha llamado desde hace años. Aunque el número de teléfono coincide, tu nombre real es un secreto. Eso de los apellidos engarzados y vagamente aristocráticos como Espinosa de las Armas o Pérez es una cuestión de orgullo.
Por supuesto que lo han hecho los grandes. Honoré Balzac se llamaba Honoré de Balzac, Oscar Wilde, Ernesto. Pero ¿quién te va a dar el apodo si no te conoce?
La autora Noelia Ramírez hace un viaje por la historia y la identidad en su ensayo "Nadie me esperaba aquí". Ese libro sería posible gracias a las circunstancias de su vida. La relación entre sus padres, el trabajo en una fábrica de lácteos o las lecciones de caballerías de su madre son fundamentales para entender este texto.
El desclasamiento es un viaje de ida y vuelta. El orgullo de clase puede ser un escudo que nos hace huir hacia la vergüenza y la traición, pero también podemos encontrar a nosotros mismos en las rotondas o en los callejones. En la biblioteca pública se reencuentra con uno mismo, con el orgullo y la voz.
Un ejemplo de esto es cuando su padre entra en clase para llevarla al dientista y la autora sintió vergüenza "de quien te ha pelado la fruta desde que naciste". O cuando la madre le lega un tarro de pisto. En este libro, Noelia Ramírez proponía desde la duda y la contradicción, sin ser víctima ni vengadora.
En resumen, llamarle por el nombre que te dan es importante, no solo para ti, sino también para aquellos que conocen tu verdadero nombre.