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El motor principal del Internet se ha apagado: una caída masiva de AWS deja a millones en la oscuridad.
Una gran parte de Internet se encontró sin función este lunes 20 de octubre de 2025, tras una catástrofica caída de Amazon Web Services (AWS), la plataforma de infraestructuras en la nube más grande del mundo. En Estados Unidos, Amazon, Alexa, Prime Video, Crunchyroll, Canva, Perplexity y Duolingo quedaron fuera de juego, así como redes sociales como Snapchat o Goodreads y videojuegos populares como Fortnite, Roblox o Clash Royale.
La magnitud del fallo revela la dependencia enorme que las empresas y millones de usuarios tienen respecto a AWS, lo que es el pilar sobre el cual se apoyan muchas herramientas digitales. "Muchas piezas invisibles de Internet viven en AWS", explica Hervé Lambert, Global Consumer Operation Manager de Panda Security. Cuando una plataforma de este nivel falla, no solo se apaga un servidor, sino que también se ven afectados servicios básicos como el almacenamiento, la autenticación, el DNS o la distribución de contenido.
"Si esas capas fallan y no hay arquitectura multirregión ni planes de contingencia, toda la experiencia de cargar, entrar, pagar o publicar se cae en cascada", añade Lambert. Además, incluso las aplicaciones que no están alojadas directamente en AWS pueden sufrir interrupciones si sus proveedores sí lo están. Esto convierte Internet en un auténtico castillo de naipes cuando la nube de Amazon falla.
La caída de AWS genera también un efecto colateral inquietante: muchas empresas quedan literalmente a ciegas y sin monitorización ni seguridad adecuada. "Cuando el sistema de monitorización y seguridad depende de AWS, la observabilidad se pierde", advierte Lambert. Esto incluye servicios como CloudWatch, CloudTrail, GuardDuty o los paneles de control de seguridad.
La falta de plan B y una resiliencia en los sistemas es lo que puede generar desastres. El experto destaca que "no se incentiva, parece caro y da pereza técnica". En su opinión, la mayoría de compañías prioriza la rapidez de salida al mercado antes que la resiliencia de sus sistemas.
Lambert también destaca que en situaciones de presión muchos equipos toman decisiones arriesgadas, como abrir grupos de seguridad o ampliar permisos para intentar restablecer el servicio. Esto puede dejar a los sistemas vulnerables a ataques.
La ciberseguridad sigue sin integrarse desde las primeras fases del desarrollo tecnológico. Todavía son demasiadas las empresas que aplican medidas reactivas, cuando el daño ya está hecho. Este enfoque no solo es menos eficaz, sino también más costoso y difícil de mantener a largo plazo.
La caída de AWS ha vuelto a poner sobre la mesa la necesidad de construir sistemas más resistentes desde el origen, con identidades redundantes, copias automatizadas y pruebas de recuperación periódicas. "Esto siempre será menos costoso que explicar a miles de usuarios por qué tu servicio ha desaparecido", concluye Lambert.
En definitiva, la caída masiva de AWS deja a millones en la oscuridad y destaca la importancia de priorizar la ciberseguridad desde el origen.
Una gran parte de Internet se encontró sin función este lunes 20 de octubre de 2025, tras una catástrofica caída de Amazon Web Services (AWS), la plataforma de infraestructuras en la nube más grande del mundo. En Estados Unidos, Amazon, Alexa, Prime Video, Crunchyroll, Canva, Perplexity y Duolingo quedaron fuera de juego, así como redes sociales como Snapchat o Goodreads y videojuegos populares como Fortnite, Roblox o Clash Royale.
La magnitud del fallo revela la dependencia enorme que las empresas y millones de usuarios tienen respecto a AWS, lo que es el pilar sobre el cual se apoyan muchas herramientas digitales. "Muchas piezas invisibles de Internet viven en AWS", explica Hervé Lambert, Global Consumer Operation Manager de Panda Security. Cuando una plataforma de este nivel falla, no solo se apaga un servidor, sino que también se ven afectados servicios básicos como el almacenamiento, la autenticación, el DNS o la distribución de contenido.
"Si esas capas fallan y no hay arquitectura multirregión ni planes de contingencia, toda la experiencia de cargar, entrar, pagar o publicar se cae en cascada", añade Lambert. Además, incluso las aplicaciones que no están alojadas directamente en AWS pueden sufrir interrupciones si sus proveedores sí lo están. Esto convierte Internet en un auténtico castillo de naipes cuando la nube de Amazon falla.
La caída de AWS genera también un efecto colateral inquietante: muchas empresas quedan literalmente a ciegas y sin monitorización ni seguridad adecuada. "Cuando el sistema de monitorización y seguridad depende de AWS, la observabilidad se pierde", advierte Lambert. Esto incluye servicios como CloudWatch, CloudTrail, GuardDuty o los paneles de control de seguridad.
La falta de plan B y una resiliencia en los sistemas es lo que puede generar desastres. El experto destaca que "no se incentiva, parece caro y da pereza técnica". En su opinión, la mayoría de compañías prioriza la rapidez de salida al mercado antes que la resiliencia de sus sistemas.
Lambert también destaca que en situaciones de presión muchos equipos toman decisiones arriesgadas, como abrir grupos de seguridad o ampliar permisos para intentar restablecer el servicio. Esto puede dejar a los sistemas vulnerables a ataques.
La ciberseguridad sigue sin integrarse desde las primeras fases del desarrollo tecnológico. Todavía son demasiadas las empresas que aplican medidas reactivas, cuando el daño ya está hecho. Este enfoque no solo es menos eficaz, sino también más costoso y difícil de mantener a largo plazo.
La caída de AWS ha vuelto a poner sobre la mesa la necesidad de construir sistemas más resistentes desde el origen, con identidades redundantes, copias automatizadas y pruebas de recuperación periódicas. "Esto siempre será menos costoso que explicar a miles de usuarios por qué tu servicio ha desaparecido", concluye Lambert.
En definitiva, la caída masiva de AWS deja a millones en la oscuridad y destaca la importancia de priorizar la ciberseguridad desde el origen.