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El miedo que consume a Junts está claro. El partido independentista catalán se encuentra ante una crisis de identidad y su capacidad para gobernar, según sus propios líderes, ha quedado "saturada" por el exceso de inmigración.
El secretario general Jordi Turull amenaza con retirar la apoyo parlamentario a las autoridades centralizadas si no se resuelve la cuestión de la amnistía para los líderes del procés y la transferencia de competencias en materia de inmigración. Pero, más allá de estas demandas, Turull se enfrenta al reto de contener el crecimiento de Aliança Catalana, una extrema derecha que está "comiendo terreno" en las encuestas.
El partido ha encontrado una forma de "guerra sucia" contra los inmigrantes: una campaña basada en la xenofobia y el racismo, que ha sido rechazada por el gobierno central y por otros partidos políticos. Y este enfoque ha sido particularmente perjudicial para Junts, ya que su apoyo a la prohibición del velo en las escuelas ha sido condenado por muchos ciudadanos.
En realidad, las preocupaciones de Turull no se limitan al crecimiento de Aliança Catalana. El miedo de que el partido ultra esté amenazando con hacerle un serio agujero a Junts es una inquietud generalizada entre los líderes del partido.
Turull ha propuesto una nueva estrategia para su partido, pero algunos sectores no están satisfechos con ella. Según la información recopilada por estos medios, Turull ha propuesto "negociar" con el Gobierno, pero también abandone sus recelos a colaborar con Aliança Catalana en materias como la prohibición del velo en las escuelas.
En este contexto, se puede hablar de un debate que trasciende Cataluña y España. Las derechas tradicionales están inmersas en una crisis de identidad y su capacidad para gobernar. En Alemania, la CDU ha mantenido un cordón sanitario a los ultras del AfD. En Reino Unido, el Partido Conservador se ha acercado durante años a las tesis de los ultras y aparece en las encuestas detrás del nuevo partido Reform de Nigel Farage.
En Italia o Francia, el sorpasso de la extrema derecha a la derecha tradicional es una realidad. Pero en España, las cosas son diferentes. La crisis de identidad de Junts refleja un miedo que no solo se aplica al partidista catalán sino que también tiene implicaciones más amplias en el panorama político español.
La cuestión de la continuidad del apoyo a las autoridades centralizadas es tan solo una parte del debate. Junts debe encontrar una forma de garantizar su primacía en el espacio conservador ante el auge de la extrema derecha, pero también se enfrenta al reto de contener el crecimiento de Aliança Catalana y la xenofobia que está llevando.
En realidad, el miedo que consume a Turull no es solo un problema político. Es una inquietud que tiene sus raíces en las profundidades de la sociedad catalana. ¿Cómo puede Junts encontrar una forma de abordar esta crisis de identidad y asegurar su futuro político?
El secretario general Jordi Turull amenaza con retirar la apoyo parlamentario a las autoridades centralizadas si no se resuelve la cuestión de la amnistía para los líderes del procés y la transferencia de competencias en materia de inmigración. Pero, más allá de estas demandas, Turull se enfrenta al reto de contener el crecimiento de Aliança Catalana, una extrema derecha que está "comiendo terreno" en las encuestas.
El partido ha encontrado una forma de "guerra sucia" contra los inmigrantes: una campaña basada en la xenofobia y el racismo, que ha sido rechazada por el gobierno central y por otros partidos políticos. Y este enfoque ha sido particularmente perjudicial para Junts, ya que su apoyo a la prohibición del velo en las escuelas ha sido condenado por muchos ciudadanos.
En realidad, las preocupaciones de Turull no se limitan al crecimiento de Aliança Catalana. El miedo de que el partido ultra esté amenazando con hacerle un serio agujero a Junts es una inquietud generalizada entre los líderes del partido.
Turull ha propuesto una nueva estrategia para su partido, pero algunos sectores no están satisfechos con ella. Según la información recopilada por estos medios, Turull ha propuesto "negociar" con el Gobierno, pero también abandone sus recelos a colaborar con Aliança Catalana en materias como la prohibición del velo en las escuelas.
En este contexto, se puede hablar de un debate que trasciende Cataluña y España. Las derechas tradicionales están inmersas en una crisis de identidad y su capacidad para gobernar. En Alemania, la CDU ha mantenido un cordón sanitario a los ultras del AfD. En Reino Unido, el Partido Conservador se ha acercado durante años a las tesis de los ultras y aparece en las encuestas detrás del nuevo partido Reform de Nigel Farage.
En Italia o Francia, el sorpasso de la extrema derecha a la derecha tradicional es una realidad. Pero en España, las cosas son diferentes. La crisis de identidad de Junts refleja un miedo que no solo se aplica al partidista catalán sino que también tiene implicaciones más amplias en el panorama político español.
La cuestión de la continuidad del apoyo a las autoridades centralizadas es tan solo una parte del debate. Junts debe encontrar una forma de garantizar su primacía en el espacio conservador ante el auge de la extrema derecha, pero también se enfrenta al reto de contener el crecimiento de Aliança Catalana y la xenofobia que está llevando.
En realidad, el miedo que consume a Turull no es solo un problema político. Es una inquietud que tiene sus raíces en las profundidades de la sociedad catalana. ¿Cómo puede Junts encontrar una forma de abordar esta crisis de identidad y asegurar su futuro político?