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En un mundo donde las palabras se multiplican y los textos se fluidifican, Jonathan Lethem nos plantea la cuestión: ¿exageramos al pensar que la inteligencia artificial (IA) supone una amenaza para la creación literaria? Para el novelista estadounidense, la respuesta es un rotundo "no".
La obra de Lethem, como su aclamada novela "Brooklyn", trasciende los límites del género. En esta última, se presenta un organismo vivo que respira a través del asfalto y los ladrillos de un barrio en plena transformación. El verdadero crimen que se narra en sus páginas no es un asesinato, sino la crónica de un cambio implacable: la gentrificación y la amnesia colectiva que desdibuja las historias de una comunidad.
La escritura de Lethem es un ritmo particular, recuerda a una improvisación de jazz. Mezcla pistas de memoria, fragmentos de historia y "samples" de la cultura popular en una sesiones de DJ inolvidables. La multiplicidad era orgánica en su infancia en Brooklyn, donde el sampleo, el rap, el funk y el punk colisionaban a finales de los 70 y principios de los 80.
Pero Lethem ve en esos conflictos un reflejo de la polarización y el tribalismo que vive hoy EEUU. La sociedad se ha construido como una falsa idea de igualdad, donde la inmigración es vista como un mosaico perfecto pero que se revela como un desastre. La creación artística, en este sentido, no es una cuestión de originalidad total, sino colaborativa.
La inteligencia artificial promete crear arte a través de conexiones algorítmicas igualmente extrañas. Pero Lethem la ve como una herramienta que puede ser gratificante si se utiliza de manera creativa y con originalidad. Sin embargo, en el espacio social, esto es una catástrofe.
En un mundo donde las palabras se multiplican, la creación literaria no debe ser una cuestión de miedo o exageración. Debe ser una expresión de libertad y diversidad, que nos permita escuchar más de una voz en nuestra cabeza al mismo tiempo y más de una música. La obra de Lethem es un ejemplo de esto, una llamada a la creatividad y la originalidad en un mundo que necesita más de esa cosa.
La obra de Lethem, como su aclamada novela "Brooklyn", trasciende los límites del género. En esta última, se presenta un organismo vivo que respira a través del asfalto y los ladrillos de un barrio en plena transformación. El verdadero crimen que se narra en sus páginas no es un asesinato, sino la crónica de un cambio implacable: la gentrificación y la amnesia colectiva que desdibuja las historias de una comunidad.
La escritura de Lethem es un ritmo particular, recuerda a una improvisación de jazz. Mezcla pistas de memoria, fragmentos de historia y "samples" de la cultura popular en una sesiones de DJ inolvidables. La multiplicidad era orgánica en su infancia en Brooklyn, donde el sampleo, el rap, el funk y el punk colisionaban a finales de los 70 y principios de los 80.
Pero Lethem ve en esos conflictos un reflejo de la polarización y el tribalismo que vive hoy EEUU. La sociedad se ha construido como una falsa idea de igualdad, donde la inmigración es vista como un mosaico perfecto pero que se revela como un desastre. La creación artística, en este sentido, no es una cuestión de originalidad total, sino colaborativa.
La inteligencia artificial promete crear arte a través de conexiones algorítmicas igualmente extrañas. Pero Lethem la ve como una herramienta que puede ser gratificante si se utiliza de manera creativa y con originalidad. Sin embargo, en el espacio social, esto es una catástrofe.
En un mundo donde las palabras se multiplican, la creación literaria no debe ser una cuestión de miedo o exageración. Debe ser una expresión de libertad y diversidad, que nos permita escuchar más de una voz en nuestra cabeza al mismo tiempo y más de una música. La obra de Lethem es un ejemplo de esto, una llamada a la creatividad y la originalidad en un mundo que necesita más de esa cosa.